Soy un simple aficionado (ni músico ni musicólogo) de la llamada música clásica o culta y mi única distinción es que el tiempo que la gente gasta en ver la televisión yo lo «invierto» en escuchar música de esa. Estudié piano en el colegio y lo retomé de nuevo hace unos años, pero me ponía tan nervioso al percatarme de mis pobres progresos que decidí una solución salomónica: en adelante, en vez de sufrir con el piano voy a complacerme con él, escuchando a Arrau, Pollini, Gould y otros pianistas que esos sí que saben; es decir que me convertí en un «escuchador» de música, para mi deleite personal y espiritual.

Bueno, ¿y cómo enfocar mis colaboraciones, pudiéndolo hacer de tantas formas diferentes? He de elegir una. A mí me gusta fundamentalmente la música de Bach, Mozart, Beethoven y Brahms, música centroeuropea, y la de algunos «pobres» coetáneos eclipsados por éstos, como Haendel, Haydn, Schubert y Dvorack.

Elegiré algunas obras de cada uno que sean emblemáticas y las comentaré; todo lo que suene a intelectual es porque lo he leído (tengo una buena bibliografía). Mi aportación personal será solo en la esfera de mis sentimientos y emociones. Me interesa también la situación espiritual-religiosa de los compositores y sus obras, cosa un poco más complicada de averiguar en algunos casos concretos. Bueno, no esperéis erudición por mi parte y perdonad por adelantado esa masa de subjetividad que tanto se presta en este arte de la música. Me propongo ser ágil y amable en el tono y mirar de no escribir ninguna barbaridad.

El bueno de J.S. Bach (1685-1750) vivió 65 años y tuvo 20 hijos con dos mujeres distintas. Era muy espiritual, pero también se preocupaba por asegurar la supervivencia y conservación de la especie. Era un luterano convencido y gran bebedor de cerveza, como buen alemán. Heredero de Buxtehude, tocaba el órgano como los ángeles. Músico total que provenía de una saga de músicos. La importancia de Bach radica en su música, naturalmente, pero en la historia de este arte su figura es crucial (junto con Haendel) porque es el último compositor que lleva a su apogeo la música barroca, aunque más especialmente la música basada en el contrapunto. El contra-punto, para entendernos y resumiendo mucho, es la música que mezcla 2 líneas melódicas (o más) al unísono (simultáneamente). Por tanto, si ponemos un pentagrama de una línea melódica y debajo el otro pentagrama con una segunda línea melódica, a cada nota (punto) corresponde (contra) otra nota (punto) distinta (punto contra punto o bien nota contra nota). Esta técnica ya empezó en el siglo XVl con el renacimiento musical y se llamó Polifonía (muchas melodías mezcladas al unísono) y duró, más o menos, 250 años hasta 1759 que muere Haendel.
A partir de entonces ya llevamos otros 250 años de Homofonía, que es la música de una línea melódica solamente más el acompañamiento, dicho sea a «grosso modo«. Bueno, pues Bach y Haendel (sobre todo Bach) llevan el contrapunto al máximo desarrollo, dicen la última palabra y cierran el tema. Nadie se atreve a continuar con el contrapunto después de ellos. Es bueno decir que la Polifonía es básicamente lo mismo que el contrapunto, sólo que la primera pone el acento en la melodía y, el término contrapunto, pone el énfasis en la situación de las notas en esa melodía.

Cuando hablamos del Renacimiento (hasta Monteverdi) usamos el término Polifonía, porque generalmente es música de coro «a capella«(voces sin instrumentos), y cuando hablamos del Barroco lo llamamos contrapunto, porque además de los coros, empieza a surgir la música instrumental. Por ejemplo, la música de clave (instrumento de teclado)  y en esta clase de música lo más importante es la mezcla de las notas y que suene bien. Pero hay que señalar que en Bach ya hay pasajes Homofónicos y que, a partir de Haydn (1733), con el que se destapa la nueva época llamada Clásica hasta nuestros días, hay bastante contrapunto (llamado también Arte Antiguo), sobre todo en nuestra música contemporánea (siglos XX-XXl).  Bueno, para no ser más cansino, lo dejamos aquí.

Otro día hablaré de la Fuga y el Canon y de las Cantatas y Pasiones de Bach.

Hasta la próxima.

Por Xavier Torres