Hoy en día tenemos una dependencia muy metida en nuestra sociedad. No es solamente una dependencia como la de la droga, el tabaco o el alcohol, sino algo que puede ser tan dañino como todas estas, se trata de la dependencia al juego: la juego-dependencia o ludopatía. Hay casos verdaderamente patológicos. Creo que podríamos decir que, las personas que padecen esta adicción al juego, tienen una obsesión por el dinero.
Se desea tener fortuna, no para algo en concreto, sino por tenerla, como si con el dinero se pudiera conseguir todo. Y es una necesidad que flota en el ambiente de nuestra sociedad de consumo.Creo que es triste que lleguemos a tener puesta nuestra confianza en el dinero. Un hombre -hace 2000 años- nos dijo que rico, en el sentido peyorativo de la palabra, es aquel que pone su confianza en el dinero. Y así vemos que hay «ricos-ricos», que son los adinerados que ponen su confianza en las riquezas que poseen, y «ricos-pobres», que son los desvalidos que ponen la ilusión en tener, algún día, un tesoro. Y, a menudo, cada uno de nosotros somos «ricos» cuando ponemos nuestra confianza en las riquezas.
Sin embargo, deberíamos poner toda nuestra confianza en tres niveles. Primeramente en nosotros mismos, porque tenemos una capacidad creativa para el trabajo y para hacer el bien. Después, poner confianza en los demás, en los que quieren que el mundo –la humanidad- progrese. Y también –en un nivel ya trascendente- hemos de poner nuestra confianza en Dios. Sí, Él nos ha dado esta máquina maravillosa que es nuestro cuerpo y nuestro yo, ¿cómo no nos va a seguir dando todo lo que necesitamos?
Sí, pon tu confianza en Dios, pon tu confianza en los demás, amigos tuyos, y pon tu confianza en ti mismo. Esto vale mucho más, infinitamente más, que todo el oro del mundo.
Por José Luis Socias Bruguera
Voz: Santos Batzín
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