En Irlanda se venera una santa poco conocida: Santa Brígida. Según las personas con las que pude hablar en Kildare, lugar de nacimiento de Brígida, la consideraban una «dama poderosa». Parece que era una mujer con carácter y personalidad. Se cuenta que, cuando hizo sus votos religiosos, el obispo que presidía celebró con un rito de ordenación episcopal. A los que le hicieron remarcar ésto, él les contestó: «Es Dios que así lo quiso». Según los historiadores, Brígida se ocupó de la pastoral de la región con gran autoridad. Fundó un convento mixto, de hombres y mujeres, del cual fue madre abadesa toda su vida. Hechos sorprendentes, sobre todo en su época (siglo V)
¿Cuál era la fuerza de esta mujer? ¿Por qué decían de ella que era «powerful»?
Si visitan a las hermanas de Santa Brígida en Kildare, encontrarán fácilmente la respuesta: era una mujer de paz. En un país conocido por sus guerreros, sus mercenarios y sus guerras locales, Brígida buscaba construir la paz. Es por eso que se le representa frecuentemente con un pie sobre una espada: ella había dado la espada valiosa de su padre a una familia pobre para que la cambiaran por comida.
Cada año, en el mes de febrero, las hermanas de Santa Brígida organizan, junto con una ONG, una peregrinación y unas conferencias para construir la paz. Ellas tejen las famosas cruces de paja de Santa Brígida…Y denuncian, sin cesar, los gastos de armamento. Lo que se gasta actualmente a nivel mundial en cuatro días para la compra de armas, podría alimentar un año a todas las poblaciones que sufren de hambre.
Desear la paz, obrar y militar por la paz, forma parte de todo camino de santidad. La paz nunca está completamente lograda: se ha de construir día a día, de generación en generación. ¡El mundo necesita continuamente de «brígidas»!
Por Pauline Lodder
Voz: Ester Romero
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