Dios nos hizo libres, pero a la vez capaces de ser responsables. Responsables, lo cual es diferente de culpables. San Marcos recoge en su evangelio las siguientes palabras de Jesús: “nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre”. En aquel momento se refería a los alimentos, declarándolos todos puros. Pero vale también para otras cuestiones.
Es muy fácil culpabilizar a otras personas o a las situaciones que nos rodean de actitudes o reacciones nuestras. Incluso, cuando nos referimos a las “malas influencias”, depositamos en otras personas la responsabilidad de nuestros actos. “Estaba influenciado”, decimos para deslindarnos de alguna acción. Jesús es claro en su enseñanza: lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre. Esto nos hace reflexionar sobre el gran trabajo interior que nos concierne.
La auténtica libertad es, justamente, la libertad interior. Aquella que nos ancla en la realidad, que nos ayuda a no juzgar, que nos facilita encontrar el término medio ante las situaciones. Generalmente, cuando no tomamos conciencia de algo, reaccionamos. Y las reacciones suelen ser no meditadas: agresión, temor, incomprensión… En cambio, cuando tomamos conciencia de nuestra manera de ser, de actuar, de la realidad que nos rodea… en lugar de reaccionar ciegamente, somos capaces de actuar en consecuencia ante las situaciones y desde la libertad.
Los cambios, por ejemplo, tienen una dinámica que va de dentro hacia fuera y no al contrario. Ciertamente, hay factores externos a mí que me pueden ayudar a cambiar: una persona, una lectura, un accidente, el contacto con una cierta realidad. Sin embargo, si no hay una toma de conciencia que parta de mí mismo, pueden suceder muchas cosas a mi alrededor y yo permanecer inmutable.
Pero, ¿qué es eso impuro que sale del corazón del ser humano? Todo aquello que lo aleja de la vida, que provoca algún tipo de muerte a sí mismo o a las personas y realidades que lo rodean. Todo aquello que coarta su libertad, que le hace ser irresponsable.
Podemos ir “limpiando” ese interior, ese corazón, para que de él salgan cosas buenas. ¿Cómo? Conociéndonos, aceptándonos tal y como somos ahora, contemplándonos inmersos en la realidad que nos ha tocado vivir y aceptándola. También cuidándonos: consumiendo cosas materiales e inmateriales que nos hagan bien, que nos den salud en todos los aspectos. Así, lo que salga de nuestro interior irá siendo cada vez más limpio: acciones, actitudes, relaciones, palabras, intenciones. Esto se traducirá en paz y alegría.
Por Javier Bustamante
Voz: Alex Borràs
Música: Manuel Soler, con arreglos e interpretación de Josué Morales
Producción: Hoja Nuestra Señora de la Claraesperanza
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