Jesucristo, con el mandato del Nuevo Testamento, mandato del Jueves Santo, también nos enaltece porque nos llama a hacer una cosa propia de Dios, que es amar. Y amar como el Padre y con el Espíritu Santo. El amor entre hermanos no es suficiente. Una hermandad en el cristianismo, cualquier hermandad en el Reino de Dios, habría de tener algo de paterna. El amor de los cristianos, los unos a los otros, tiene que ser como el Padre ama al Hijo; lo dice Jesucristo. Hoy día, algunos rechazan el papel de los padres y de las madres. Muchos padres y madres no saben hacerlo del todo bien y hasta dudan de cuál debe ser su papel paterno: no saben, por ejemplo, si ser firmemente autoritarios o si condescender. ¡Qué hermoso es que Dios nos enseñe a todas y todos esa nueva paternidad que tenemos, sobrenatural, a la manera de San José! A menudo tampoco nosotros acertamos en esto.
Ayúdanos, Padre, con tu gracia desde el cielo, a ser padres en esta manera cotidiana de amar, como Tú amaste a Cristo.
No basta con ser hermanos, tenemos que ser padres los unos de los otros y ser hijos los unos de los otros. Por una parte, dando la vida como la da un buen padre, gozándose en la libertad del hijo, velando por él, llamándole a que esa libertad la utilice para el bien. Sin descanso, expectante, como estaría Dios Padre viendo a su Hijo crecer: madurando y viviendo su voluntad.
Y, simultáneamente, por otra parte, nosotros ser dóciles a aquellos que nos quieren y nos cuidan con amor. Estar confiados y abandonados, como buenos hijos, en los demás que se preocupan de nosotros, nos aconsejan, nos invitan… ¡Qué hermoso que nosotros sepamos vivir así el amor que Jesucristo nos manda en el Jueves Santo!
Por Juan Miguel González Feria Voz: Ester Romero Música: Manuel Soler, con arreglos e interpretación de Josué Morales Producción: Hoja Nuestra Señora de la Claraesperanza
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