El conocido escritor Folch i Torres fue miope toda la vida, desde niño. Y explica que cuando era pequeño ni él ni sus padres se dieron cuenta de este defecto visual. Se cuenta una anécdota graciosa: cuando sus padres lo llevaban al teatro él disfrutaba mucho porque oía unos diálogos divertidos y veía unas luces multicolores que le llamaban profundamente la atención. Hasta que llegó un día que lo llevaron al oculista y se dieron cuenta de su profunda miopía y cuando le pusieron gafas fue entonces cuando comenzó a descubrir un mundo nuevo, maravilloso. E incluso cuando de nuevo fue al teatro, se dio cuenta que el espectáculo no era tan solo unas lucecitas borrosas de colores, sino que habían personajes que se movían en el escenario y que representaban una función.
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