Ayer nevó, sí y hoy también.
¡Qué regalo poder observar como la Naturaleza se abre camino a pesar nuestro!

Ayer, martes comí en un bello lugar, cercano a Barcelona, pero que te hace sentir de una forma especial todo lo hermoso más hermoso, quizás porque allí uno puede dedicarse a contemplar. Sí, es el lugar ideal para contemplar.

Contemplar la realidad, esa que cuando estamos en ella nos invade de tal forma que no podemos sentirnos más que parte de ella, en ocasiones sin diferenciarnos.
Contemplar nuestra vida, la que cada día llenamos, y nos llena.
Contemplar-nos a nosotros mismos, con lo que somos y con lo que deseamos.
Contemplar… contemplar…

Pero de forma especial contemplar la belleza, la externa también, pero de forma muy singular aquella que en el día a día no nos dedicamos a contemplar, sea interna o externa.

Sí, ayer, lejos de pensar en lo difícil que resultaría el temporal a mi regreso a Barcelona, o si hoy podría desenvolverme con soltura si seguía nevando…. me dediqué a contemplar cómo la nieve iba cayendo sobre la fuente, el claustro, los árboles… Cómo la naturaleza nos recuerda que cada cosa tiene su ritmo y, que si sabemos respetarlo y observarlo, todo resulta más sencillo.

Contemplar la realidad que se nos regala, sea la que sea, sin pretender que sea otra, disfrutar de cada instante y no estar pendiente del siguiente y después del siguiente… y así la vida se nos escapa.

Contemplar, gran verbo que practicamos poco y pocas veces.

Contemplar para poder agradecer.

Texto: Esther Borrego
Producción: Hoja Nuestra Señora de la Claraesperanza


 

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