Después del camino de la cruz, Cristo resucitó para que nosotros viviéramos una nueva vida con él. Intentemos vivir hoy aquel Via Crucis a la luz de las manifestaciones de Jesús resucitado, para que nos den una luz de esperanza.

El Camino de la Cruz es el itinerario que Jesús recorrió, desde el Huerto de los Olivos, hasta que fue sepultado. El camino de la cruz comienza después de la Santa Cena de aquel jueves en que Jesús compartió su testamento de amor.

Para nosotros, recordar su Pasión es doloroso y nos remueve las entrañas.

Sería fácil y poético decir que Jesús lo hizo ‘como prueba de amor’. Y así fue.

Aunque el Mesías no sólo sentiría el dolor físico de los clavos, de los latigazos, de la corona de espinas, sino que se añadiría el dolor moral:

el dolor de una traición,

el sufrimiento de una negación,

el tormento de un múltiple abandono,

el daño de una masa alocada en contra de Él.

Pero sería injusto que nos quedáramos en la puerta del sepulcro donde enterraron el cuerpo exánime de Jesús. Hay que dar un paso más con la Biblia en la mano, nos dice que ¡Cristo resucitó!

Cristo resucitó para que nosotros viviéramos una nueva vida con él.

Así como Jesús, a lo largo de su misión, siempre hacía un camino acompañado de los apóstoles, de las mujeres y los discípulos, también hizo el camino del Calvario.

Igualmente, resucitado, hizo el camino de Emaús y de otros itinerarios pascuales. Que son el camino de la Alegría y de la Luz.

Proponemos hacer un itinerario mirando a nuestro alrededor, porque vemos que el camino de la cruz se repite, hoy en nuestra vida, cuando hay situaciones de injusticia y de prepotencia:

cuando vemos un mundo sin paz;

cuando  vivimos una situación laboral miserable con un nivel de desempleo estremecedor;

cuando hay una situación económica espantosa para muchísimas personas, y

cuando tenemos pocas esperanzas de que este camino tenga una salida positiva.

Intentemos, hoy, vivir este Via Crucis a la luz de las manifestaciones de Jesús resucitado, que nos den una luz de esperanza.

Jesús ora en el huerto de los Olivos

Del evangelio de Mateo Mateo  26, 36-39;  45b- 46

Llegó Jesús con ellos a un lugar llamado Getsemaní, y dijo a sus discípulos: «Siéntense aquí, mientras yo voy más allá a orar.»

Tomó consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo y comenzó a sentir tristeza y angustia. Y les dijo:

«Siento una tristeza de muerte. Quédense aquí conmigo y permanezcan despiertos.»

Fue un poco más adelante y, postrándose hasta tocar la tierra con su cara, oró así:

«Padre, si es posible, que esta copa se aleje de mí. Pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieres tú.»

Entonces volvió donde los discípulos y les dijo:

« Ha llegado la hora y el Hijo del Hombre es entregado en manos de pecadores.

¡Levántense, vamos! El traidor está a punto de llegar.»

A la luz de la resurrección del Señor

(De la entrega de Jesús, a la salvación de la humanidad)

…el evangelio nos dice que Jesús resucitó. Pero tres días antes, Jesús sufría en el Huerto de los Olivos y pedía al Padre que se hiciera su voluntad.

Y así fue; la voluntad de Dios es la vida. Es la vida nueva. Cristo resucitado se hará presente por siempre en la vida de sus seguidores.

Para nosotros, se inicia una nueva etapa a la cual dar un nuevo sentido y un nuevo estilo a nuestra vida. No se trata ya de buscar un ‘estado del bienestar’ basado en el tener, sino de desarrollar las propias capacidades en bien propio y de la sociedad.

Josep Lluís Socias

 

 


 

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