Somos seres limitados. “El tiempo es inmóvil, pasamos a través del tiempo. Notamos que hay tiempo porque envejecemos”. Ramón Bayés.
El tiempo no se puede percibir, es decir; ver, sentir, escuchar, olfatear y degustar, sinembargo podemos –aprender a vivir fuera del tiempo– para tomar mejores decisiones sobre el rumbo de nuestra vida que contribuyan a nuestro equilibrio emocional y con el control sobre síndromes o estados alterados de conciencia que pueden influir en nuestra alegría de existir, relación con nuestros familiares, amigos y en general con nuestra salud integral.
El tiempo, la muerte y la fiesta 1
Un aspecto en común entre la felicidad y la muerte es la –ausencia de tiempo-, esta similitud la describe de la siguiente forma el psicólogo Ramón Bayés: “Cuando somos felices nos situamos fuera del tiempo cronométrico. Éste pasa, como en la muerte, sin sentirlo, somos eternos. Aprender a morir es aprender a vivir fuera del tiempo. La muerte no es nada más que el fin de la vida, nos hace falta un mayor contacto con la muerte, con nuestra desaparición y un agradecimiento a todo lo que hemos podido disfrutar gratuitamente, deseando que continúe la fiesta”.
Por su parte el teólogo Jaume Aymar i Ragolta, relaciona la fiesta con la –ausencia de tiempo o eternidad-, cuando afirma; “En la fiesta, es como si el tiempo se parara y se abriera un tiempo fuera del tiempo”.
Compartir nuestro ser, procurando vivir un presente en plenitud, transformando nuestro sufrimiento y dolor, es como experimentar la eternidad o la vida resucitada. El filósofo Ludwig Wittgenstein expresa lo siguiente: «Si entendemos por eternidad no la duración infinita, sino la intemporalidad, entonces quien vive en el presente ya está en posesión de la vida eterna”.
“Hasta la muerte es una fiesta”. Esta expresión de Alfredo Rubio de Castarlenas, momentos previos a su propia muerte, evidencia nuestra limitación humana al ser mortales, constata el gozo de no ser dioses y abre un tiempo fuera del tiempo en ese instante de despedida.
Percepción del tiempo
La duración cronométrica, cronológica o cuantitativa del tiempo es esencial para la toma de decisiones; organizar la sociedad, la vida familiar, realizar nuestro trabajo y nuestros proyectos, sin embargo, su vivencia cualitativa, interior o subjetiva, es igualmente importante para comprender lo esencial de la vida; el sufrimiento o la felicidad, la sensación de amenaza o gozo.
La percepción del tiempo suele desarrollase de la siguiente forma, cuando la actividad que realizamos forma parte de nuestra vocación y acapara nuestra atención, el tiempo parece acortarse, cuando no nos interesa, aburre o hay sufrimiento y dolor, el tiempo transcurre lentamente. Esto ocurre en cualquier tipo de actividad o circunstancia.
Tiempo de espera, relajación y agradecimiento
“Si cuando uno está lavando los platos, está pensando en la taza de té que se tomará al acabar, está cultivando un modo de conciencia en el cual, cuando está tomando el té estará pensando en el paseo que va a dar después y de este modo, nunca vive plenamente”. Thich Nhat Hanh
La espera puede generar, sufrimiento o diverso tipo de síndromes como el de “burnout”, entre otras enfermedades. Esta situación suele significar una amenaza. Cuanto más importante sea lo que se espera, mayor estrés o sufrimiento se experimentará. El tiempo de espera puede ser aliviado, experimentando –el silencio interior-, relajación y sosiego en el presente inmediato, –como si el tiempo no transcurriera– empleando estrategias de visualización, relajación y distanciamiento, que consigan sanar, aceptar, suprimir el pasado y la incertidumbre o ansiedad sobre el futuro.
Han sido empleados como medios para salir del entorno perturbador de los quehaceres cotidianos el deporte, los ritos, la oración, los cánticos y el rezo del rosario. Así mismo acciones repetitivas como tejer, de concentración como leer, resolver crucigramas, “sudokus”, “puzzles”, “hobbies” y las diversas formas de expresión artística. También facilitan la introspección y la paz interior técnicas como el “mindfulness” y la “EFT (Emotional Freedom Techniques)”,
Tiempo para la quietud y el silencio
Los tiempos de esperanza van más lejos que la espera, porque tenemos fundada la esperanza en que algo agradable sucederá, desprendiéndonos de la angustia, contemplando más allá de la espera, lo hermoso que la existencia pueda ofrecer desde el futuro. Para ser observadores esperanzados de la realidad, debemos, –salir del tiempo– en el que se está desarrollando. Esta percepción la experimentan los místicos. En ella existe silencio interior, no hay ego, ni juicios de valor y el misterio se hace presente en una comunión perfecta. «Vivo sin vivir en mí, y tan alta vida espero, que muero porque no muero». Santa Teresa de Jesús
“Lo más parecido a la muerte es dejarlo todo y quedarse contigo. La muerte es dejarte a ti mismo. Ya no lo dejo todo, me dejo a mí mismo. Dejar todos los problemas es –humildearse-. ¡Dejar de pensar que somos imprescindibles!”. Alfredo Rubio
La experiencia mística, es una vivencia universal que nos sitúa fuera del tiempo y no es exclusiva de alguna religión. Las prisas del mundo adormecen la riqueza y libertad interior del ser humano. Existen instituciones que fomentan el silencio y la interioridad, elementos necesarios para reconocer la gratuidad y la alegría de existir de las que emergen con facilidad la humildad y la solidaridad para una sana convivencia.
Los grandes logros se dan –sin prisas-, con sacrificio, sin ego. Ven a mí, dame tus yugos, tus cruces que te aplastan y toma la mía que resucita, para que vivas conmigo, plenamente resucitado conmigo. Reflexión sobre Mateo 11,28-30.
Ser conscientes de nuestra vulnerabilidad, evitando tomar decisiones con la mente nublada por el dolor y su urgencia, asumiendo las dificultades, los imprevistos, las pérdidas, la enfermedad, el envejecimiento y la muerte o su proximidad, con la lucidez y el gozo de ser finitos, recogiendo periódicamente de nuestro paso por la vida, detalles básicos como la organización y mantenimiento de documentos, objetos personales, espacios vitales, delegación, transformación o continuidad de proyectos y empresas, distribución de bienes (en caso de tenerlos), asignación de poderes ante trámites asistenciales, médicos y económicos, seguro exequial, vida digital (claves), entre otros, asumiendo en libertad la plenitud eterna del presente en comunión, contribuye a que -hasta nuestra muerte sea una fiesta-.
Texto: Elsa Lizarazo
1 Fiesta en hebreo es “hag”, que quiere decir danza. Es una manifestación cultural y espiritual desarrollada en un contexto espacial y temporal como celebraciones religiosas, rituales asociados al ciclo agrícola o al ciclo vital de grupos o individuos. Disfrutar las fiestas con humildad, alegría y paz, facilita la convivencia entre personas y grupos diversos, sanándola del maltrato y la violencia fomenta la amistad y deja una estela ecológica, un lugar más limpio, impregnado de belleza, un árbol nuevo, una planta, un regalo.
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