En mayo de este año se celebró un congreso en Londres sobre liderazgo. El Papa Francisco se hizo presente mediante un video-mensaje en el cual señaló algunas de las características del liderazgo ejercido por Jesús: el verdadero liderazgo es el que se centra en el servicio; es conducir hacia Dios Padre; es personal pero no exclusivo; es fecundo, sabe hacer surgir más líderes; trabaja en red; lleva ternura y misericordia de Dios.

Qué motivador y, al mismo tiempo, cuestionador respecto a la forma en que se ejerce el liderazgo hoy en día en ámbitos diversos.

El verdadero liderazgo se centra en el servicio, señaló el Papa, algo que Jesús mostró a lo largo de su vida: “Yo estoy entre vosotros como el que sirve” (Lucas 22, 27). Nunca les dijo a sus discípulos que tenían que ser exitosos, sino que los llamó a hacerse últimos y servidores de todos. Tampoco pretendió rodearse de un grupo que le sirviera, sino que fue él quien se quitó el manto, se ciñó la toalla y les lavó los pies.

Es conducir hacia Dios Padre. Muchos líderes se quedan autocentrados en sí mismos. Jesús no es autoreferente. Él tenía claro su papel, su misión: “Yo soy el camino, la verdad y la vida…” Jesús nos mostró el camino hacia el Padre. Su deseo no es que nos quedemos a medio camino de la vida cristiana, sino que, junto a Él, hagamos nuestro propio itinerario hacia la unidad con Dios Padre.

Es personal, pero no exclusivo. El liderazgo de Jesús es inclusivo, no quiere dejar a nadie fuera de su propuesta, de su invitación a vivir el Reino de Dios ya aquí y ahora. No pretendió crear un grupo de discípulos que se sintieran una especie de “elegidos”. Se rodeó de personas comunes y corrientes y se sentó a la mesa con publicanos y prostitutas. Jesús muestra un nuevo concepto de familia, abierta, alejada de los estereotipos patriarcales, y que va más allá de los lazos de sangre: “Estos son mi madre y mis hermanos. Quien cumpla la voluntad de Dios, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre” (Marcos 3, 35).

Es fecundo, sabe hacer surgir más líderes. Un buen líder es el que ayuda a crecer a las personas, a que descubran sus potencialidades y el sentido de la vida. Jesús no se dedicó a bloquear o mutilar las capacidades de quienes pudieran “hacerle sombra”. Al contrario, sembró vida, sembró esperanza, abonó y escanció agua en los corazones resecos que se le acercaban. Impulsó a Pedro y a los otros discípulos a ser líderes creíbles y atentos a las necesidades de la gente: “Dadles vosotros de comer”.

Trabaja en red. El trabajo en red implica la capacidad de coordinar equipos de colaboradores diversos y multidisciplinares. Ciertamente, Jesús trabajó en red. Llamó a sus primeros discípulos, Pedro, Andrés, Santiago y Juan a dejar las redes de pesca para sustituirlas por las redes del desprendimiento y de la entrega generosa al servicio del Reino de Dios. Crea una red de discípulos, de seguidores. Pero no es una red que atenaza la libertad personal, es una red que promueve y saca lo mejor de cada persona en bien de ella y de su entorno.

Lleva ternura y misericordia de Dios. Una de las expresiones de la ternura es la capacidad de descansar y hacer descansar. Vivimos en un mundo donde se hipervalora la actividad, el ser productivos, exitosos y competitivos. Hay que hacer “violencia” para salir de esa rueda en la que solo eres uno más de los engranajes. Tomarse tiempo para el descanso es aprender a confiar. Jesús descansó e hizo descansar. Hizo sentar en la hierba al gentío que le seguía, multiplicó los panes y los peces para alimentar a esa multitud, se fue con sus discípulos a un lugar alejado para descansar, hizo unas brasas para cocinar unos pescados y compartirlos con sus amigos, participó en banquetes y bodas y se iba a Betania a descansar en casa de sus amigos, Lázaro, Marta y María… supo y vivió la dimensión festiva de la vida y, en ella, sintió la ternura del Padre.

Estas facetas del liderazgo de Jesús tienen que iluminarnos para discernir quienes son buenos líderes y quienes son los que ejercen un liderazgo manipulador en beneficio solo y exclusivamente de ellos y de sus intereses.

Lourdes Flavià Forcada
Murtra Santa María del Silencio