“La esperanza no defrauda” (Rm5,5). El 9 de mayo 2024 se publicó en Roma, la bula de convocación del jubileo ordinario del año 2025[1]. La bula se inspira ampliamente en textos de las cartas de San Pablo. Pablo es muy realista. Sabe que la vida está hecha de alegrías y dolores.[2] La vida no pasa siempre por aguas tranquilas. Anclarse en la esperanza nos ayuda a no desesperar, a tener paciencia ante las dificultades, a perseverar y a aprender a perdonar. Perdonar no cambia el pasado, no puede modificar lo que ya sucedió; y, sin embargo, el perdón puede permitir que cambie el futuro y se viva de una manera diferente, sin rencor, sin ira ni venganza. El futuro iluminado por el perdón hace posible que el pasado se lea con otros ojos, más serenos, aunque estén aún surcados por las lágrimas.[3]

El Jubileo no es únicamente un evento espiritual. En el documento no faltan llamamientos a la paz, a la justicia, al cuido de la vida y al respeto por la creación:
los bienes de la tierra no están destinados a unos pocos privilegiados, sino a todos. Es necesario que cuantos poseen riquezas sean generosos, reconociendo el rostro de los hermanos que pasan necesidad.[4]

¿Es demasiado soñar que las armas callen y dejen de causar destrucción y muerte? [5] Renuevo el llamamiento a fin de que «con el dinero que se usa en armas y otros gastos militares, constituyamos un Fondo mundial, para acabar de una vez con el hambre y para el desarrollo de los países más pobres, de tal modo que sus habitantes no acudan a soluciones violentas o engañosas ni necesiten abandonar sus países para buscar una vida más digna.[6] 

De manera especifica el papa Francisco pide signos tangibles a favor de los presos, los enfermos, los jóvenes, los más débiles, los ancianos y los pobres.

La celebración de un jubileo es todo un programa. Estamos todos llamados a sembrar esperanza.

Necesitamos que “sobreabunde la esperanza” (cf. Rm 15,13) para testimoniar de manera creíble y atrayente la fe y el amor que llevamos en el corazón; para que la fe sea gozosa y la caridad entusiasta; para que cada uno sea capaz de dar, aunque sea una sonrisa, un gesto de amistad, una mirada fraterna, una escucha sincera, un servicio gratuito, sabiendo que, en el Espíritu de Jesús, esto puede convertirse en una semilla fecunda de esperanza para quien lo recibe. [7]

Tengo clara esperanza en que el año jubilar no quede en palabras, sino que se concretice en una multiplicidad de acciones, que generen un mundo más pacífico, más solidario y más armonioso.

Texto: Pauline Lodder
Pineda de Mar

 


 

[1] https://www.vatican.va/content/francesco/es/bulls/documents/20240509_spes-non-confundit_bolla-giubileo2025.html

[2] Ibid. punto 4

[3] Ibid. punto 23

[4] Ibid. punto 16

[5] Ibid. punto 8

[6] Ibid. punto 16

[7] Ibid. punto18