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Por Hoja Nuestra Señora de la Claraesperanza|2025-04-04T10:50:55+00:0012 enero, 2025|

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  • Las palabras calladas

    El libro Las palabras calladas lleva por subtítulo Diario de María de Nazaret y es una reconstrucción literaria de la vida de María. Una especie de evangelio donde nos narra su día a día y los años compartidos con Jesús. Las palabras calladas (Paulinas: Madrid, 2022) es una obra de Pedro Miguel Lamet, jesuita nacido en Cádiz, autor de numerosos libros, ensayos y artículos. Pasearse por las páginas de Las palabras calladas es encontrarse con un Jesús en íntima comunión con María y José. Es, también, caminar junto a María por todos aquellos lugares geográficos que los evangelios recogen cuando nos narran la vida de Jesús. Es, también, desmenuzar el sentido de la tradición y costumbres judías del siglo I. Lamet toma entre sus manos las parábolas y las palabras de Jesús que podemos leer en los evangelios e intuye en ellas los silencios de María. Esas palabras calladas que nutrieron la sensibilidad de Jesús hacia Dios y hacia sus contemporáneos y que vieran su fruto en lo que conocemos como su vida pública. El autor no inventa nada, sólo cambia el ángulo de visión y trama un tapiz nuevo con hilo de poesía y sensibilidad. Además de ilustrar el relato con mucho conocimiento de la cultura de la época, de los evangelios y del Antiguo Testamento. El primer capítulo nos abre la ventana al silencio de María, silencio contemplativo, silencio que recoge en el corazón cuanto vive y deja que Dios le hable en él. “Me gustaba apoyar los codos sobre el alféizar y dejar a mis ojos vagar libres por los olivares hasta más allá de la línea ondulada del horizonte. Sobre todo cuando amanecía y un olor húmedo a hierba recién estrenada subía suavemente desde la tierra de Israel, caliente y mediterránea, que me vio crecer como una niña enamorada y ahora recoge mis recuerdos grano a grano, igual que uvas tiernas desde la parra del porche”.  Así comienza el libro, abriendo un relato en primera persona, donde María nos va narrando todo cuanto vivió desde un corazón humano que confía y entrega. El resto del libro nos cuenta una historia que probablemente ya conocemos, pero que no habíamos escuchado en labios de una de sus principales protagonistas. Lamet hace un retrato de María que nos acerca a una mujer como podría ser nuestra madre, nuestra hermana, nuestra amiga o yo misma. Una mujer preocupada por su familia, que vive y se desvive por ella, una mujer solidaria con sus vecinas y vecinos, una mujer compasiva con los que sufren, una mujer que se interroga, una mujer que se siente parte del universo y que respira a la par de él. La portada del libro también es el retrato de otro artista, el italiano Antonello de Messina, quien en el siglo XVI captara el alma de María y la plasmara sobre el lienzo. En este retrato se ve cómo María alarga su mano hacia el espacio, como tocando una realidad que está más allá de ella y a la vez dentro de sí. Su mirada también abre los ojos a la eternidad. Ambos retratos, el de Lamet y el de Messina, nos adentran en el silencio de María: silencio colmado de la presencia de Dios. Texto: Javier Bustamante

  • Los Diez Mandamirntos 3/3
    El VI, V y IV Mandamientos
    Foto de Maddie H. en Unsplash

    Empezamos esta reflexión de Juan Miguel González Feria sobre los Diez Mandamientos con el capítulo Introducción a los  diez Mandamientps: salir de la riada. Seguimos con la reflexión del Décimo, Novemo, Octavo y Septimo Mandamiento.  Hoy presentamos el Sexto, el Quinto y el Cuarto Mandamiento. Con estos mandamientos cerramos el ciclo de los seis mandamientos últimos que tienen por objetivo nuestra relación con los seres humanos: no mataràs, no envidiarás  al prójimo, no le quitarás sus bienes… SEXTO MANDAMIENTO El sexto mandamiento, es más hondo que los que le preceden. Al no cumplirlo vamos contra el amor. Este mandamiento se podría resumir: no puedes hacer ningún gesto de amor, que no responda de verdad a un amor; porque sería hipócrita. Si yo hago actos propios de amor y no hay amor; estoy engañando. No los puedo hacer ni con Dios, ni con el hombre. Yo no puedo hacer actos de alabanza a Dios, si de verdad yo no estoy contento con lo que Dios ha hecho. El amor tiene unas expresiones; hay el amor de esposos, el amor de abuelos a nietos, el amor de compañeros de trabajo…, toda una gama de amistades que tienen unas expresiones externas. Yo no puedo usar unas expresiones, si no responden a una verdad interior. Juan Pablo II, dijo: ¡cuidado! que dentro del mismo matrimonio puede haber adulterio. El esposo y la esposa adulteran cuando tratan al otro como un objeto y no como una persona digna, respetando su libertad y tratándolo con amor. El matrimonio no es un carnet de licitud para hacer todo lo que uno quiere sin amar. Ni entre padres e hijos, ni entre esposos, se pueden hacer actos de amor que no respondan de verdad a un amor. Hacer actos de amor por dinero, con alguien a quien yo importo muy poco, deforma a las personas humanas, es un atentado contra Dios y contra el prójimo. QUINTO MANDAMIENTO No matarás. Es un mandato que va a un punto más delicado y más básico: la vida; amar la vida. No se trata sólo de no matar a los seres humanos, que es un extremo al que casi nadie llega. Se trata de que, hasta llegar a este punto, hay toda una cantidad de facetas, que hay que ir mirando muy a fondo. Desde cosas menudas, como no maltratar o no matar animales injustamente. A veces maltratamos animales o plantas, por el puro regusto de triturarlos o de demostrar que soy superior. Esto no está bien. Los animales y las plantas están puestos para nuestro bien, para nuestro servicio. No matar: cuidar la vida. Pero hay otra serie de aspectos que nosotros matamos; por ejemplo: cuando matamos iniciativas, iniciativas que eran legítimas y que podrían haber dado mucho fruto; las iniciativas son brotes de vida de las personas. La creatividad es de las cosas más hermosas del ser humano (en eso nos parecemos a Dios, que es creador). Cultivar la tradición es recrearla y continuarla hacia delante. Y cuando nosotros hemos planeado las cosas y preferimos que nuestros ayudantes sean “ejecutivos” -que no piensen, tan solo ejecuten lo que otro ha pensado-, cuando alguien tiene una iniciativa y no la acogemos, o la comentamos…, pisoteamos a la persona. Matar la honra y el prestigio: cuando hablamos mal o con un gesto de desprecio, matamos la imagen de aquella persona. Posiblemente uno de los males que estamos padeciendo hoy  en día en la sociedad es la falta de esperanza (que es una de las tres virtudes teologales). Muchas veces, porque nosotros estamos desesperados, o porque queremos que tengan la esperanza solamente depositada en nosotros, cortamos las esperanzas. No hay que confundir ilusiones con las realidades esperanzadas; la ilusión es una pompa de jabón que, por definición, está vacía. En cambio, hemos de entusiasmarnos con la realidad, que es esperanzada, porque tiene sentido y tiene salida…, y de ella puedo esperar cosas. Esperar del prójimo, que es de las cosas más importantes…, saber que Dios le ayuda y yo puedo rezar por él. Aunque parezca que no, pueden surgir del prójimo cosas estupendas e inesperadas, porque cada persona se parece un poco a Dios y tiene dentro recursos insospechados que la providencia le puede dar…, y hasta la persona que parece más burra, de la que parece imposible que pueda surgir algo puede sorprendernos; o la amistad que parece que se había estropeado…, ¡puede volver a resurgir y dar caminos nuevos! Debemos tener esperanza en Dios y esperanza en el prójimo. Muchas veces, nosotros queremos que los demás se apoyen en nosotros y no dejamos que se apoyen en ninguna esperanza ni en otras personas. Les cortamos la esperanza con suma facilidad. Estar contento de la vida tal cual es. Si mi padre y mi madre no se hubieran juntado, yo no habría nacido; si mi padre se hubiera casado con otra mujer…, nacerían otros hijos, pero no yo, serían otros niños, con otras características…, pero yo no. Por lo tanto, cumplir este mandamiento, que es no matar -amar la vida-, es rendir culto a Dios, por estar vivos…, porque todo lo demás: trabajar, reír, comer, descansar…, lo podemos hacer porque estamos vivos, porque existimos. Yo tengo que estar contento de existir como soy y de que existan los demás como son. Este mandamiento es importantísimo: donde vemos un brote de vivir, que sea verdadero, que sea por amor, que sea para bien…; nosotros no podemos cortarlo, porque sería un aborto; sería abortar aspectos de la vida que están naciendo. Querer tener la vida siempre encarrilada, toda predeterminada, que no pueda haber creatividad, elasticidad, sorpresa, fiesta, es podar la vida; no es matarla…, pero es dejarla medio muerta. Cuando uno lo tiene todo programado, predeterminado, cualquier novedad le asusta, incluso el Evangelio. Hay un momento en el que los discípulos de Jesús están con ganas de que triunfe el bien en aquel momento y de acabar con el mal, y le piden a Jesús que haga bajar un rayo del cielo que <a class="cat-post-excerpt-more" href="https://hoja.claraesperanza.net/2025/05/los-diez-mandamirntos-3-3/" title="Sigue leyendo Los Diez Mandamirntos 3/3
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  • Hay semillas de Dios por doquier

    Fragmento de la entrevista realizada al jesuita Javier Melloni.

  • Gracias, Francisco

    Todos los meses nos pediste que rezáramos contigo por los desafíos de la humanidad y de la misión de la Iglesia…

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