I. Si siempre debemos tener esperanza en la Intercesión de María -Medianera de todas las Gracias- ¡cuánto más clara ha de ser esa misma esperanza cuando sabemos de su Asunción Gloriosa a los Cielos, declarada solemnemente dogma de nuestra fe, por el Papa Pío XII!

Cuerpo esplendoroso a imagen de Cristo Resucitado. Espíritu siempre inmaculado que ha llegado ya a la fuente de toda Santidad.

II. Sí; sabiéndola para siempre junto a Dios Padre, nuestro Creador; a la vera de su Hijo Triunfante que es el Verbo encarnado en sus entrañas, nuestro Redentor; y siendo ella misma trono de la Sabiduría que es el Espíritu Santo, como en Belén fue tronco de Jesús recién nacido; es dadora del infinito amor de Dios. ¡Cómo no va a ser clarísima y firmísima nuestra total esperanza en la omnipotencia suplicante de nuestra Madre en los Cielos! Madre de toda la Iglesia, o sea de todo el género humano pues estamos todos redimidos y llamados a ser hijos de Dios.

¡Nuestra Señora de la Claraesperanza! En tu Fiesta de la Asunción, ¡dánosla en plenitud!

Por Alfredo Rubio de Castarlenas
(Barcelona)

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