Este año soplaré 57 velas. A pesar de mi edad adulta, me gusta festejar mi cumpleaños con un pastel con velas. Sin embargo, hasta ahora nunca me había preguntado sobre el origen o el significado de este rito. Fue un regalo, buscando en internet, encontrar un artículo (1) del padre Xavier Thévenot (+  2004), francés, salesiano de Don Bosco, teólogo y profesor de moral fundamental. Dice varias cosas muy interesantes.

Se trata de un rito que conduce a medir cada año nuestro soplo, nuestro Ruah... Todos sabemos que la vida en este mundo se despliega entre dos soplos: el primero cuando uno acaba de nacer y el último justo antes de morir. El pastel, con sus velas encendidas, invita a posicionarme ante la vida y la muerte, e indica cómo está mi sopló vital…

Cuantos más años pasan, más velas decoran el pastel… Recibirlas con alegría, muestra una actitud sana frente a la edad. Las 57 velas representan mis años vividos, me invitan a asumirlos, a aceptar mi historia personal. Al mismo tiempo, con mi soplo los apago, el pasado queda atrás; vivo  el presente, cada instante es único y nuevo…

Para los cristianos soplo (Ruah) y luz recuerdan el comienzo operado por Dios: el comienzo de la creación (Genesis1) y también el comienzo de la Iglesia (Hechos 2: sopló un viento fuerte como un huracán, y se posaban unas llamas sobre cada uno de los discípulos).

Me doy cuenta hoy, que los pasteles de cumpleaños son profundamente teológicos, dicen algo sobre nuestro origen. ¡Consciente de esto, disfrutaré este año todavía más del pastel y soplaré con fuerza las velas, abierta al futuro, a un comienzo nuevo, cada día!

Audio: Cincuenta y siete velas

Texto: Pauline Lodder
Música: Manuel Soler, con arreglos e interpretación de Josué Morales
Producción: Hoja Nuestra Señora de la Claraesperanza

(1) Côté Soleil, n. 169, mayo de 2010.