Amigos de Dios
Cuando llegamos realmente a saborear estar a solas con Dios, vamos siendo, vamos sintiéndonos, amigos de Dios; porque no es baldío lo que dice Cristo: “Ya no os llamo siervos, os llamo amigos”. Amigos es una cosa mutua. Si Él me llama amigo, yo puedo llamarle amigo también, ¡somos amigos! ¡Qué tremendo descubrimiento