Recuerdo cuando pequeñito, los dibujos que nos pedían hacer en el colegio. Siempre pintaba las casas de campo con un pozo cercano. Dibujaba el brocal de piedra con un cubo atado de una cuerda y una polea.
¿Qué hubiera sido de una casa de campo sin pozo, sin agua…?
Casi todas aquellas casas tenían pozos en el fondo de los cuales había agua pura y cristalina.
Seguramente algunos pozos, por descuido o abandono, se llenan de plantas, maleza, piedras… que impiden ver el fondo.
Cada uno de nosotros tenemos como un pozo en nuestro interior. Si nos contemplamos con los ojos cerrados, si los fijamos dentro nuestro, descubriremos esa profundidad, en el fondo de la cual, encontraremos nada menos que el agua viva de Dios mismo.
Quizás muchos ni sepamos que tenemos ese hueco interior…
Quizás otros descubran su pozo lleno de piedras y matorrales que impiden ver su fondo.
Quizás otros sí tienen el gozo de contemplar y beber esta agua cristalina que es presencia de Dios.
Sí: Dios está también en nuestro interior; desde ahí nos habla. Nuestra conciencia es una expresión de esta presencia divina. Ojalá sepamos escuchar ese eco de la voz de Dios que resuena en este pozo interior nuestro, en la voz de nuestra conciencia.
Por José Luis Socías Bruguera
Voz: Javier Bustamante Enriquez
Música: Manuel Soler, con arreglos e interpretación de Josué Morales
Producción: Hoja Nuestra Señora de la Claraesperanza
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