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Meditando sobre la esperanza cristiana, me pregunto: ¿qué esperamos? En tiempos de Jesús el pueblo judío esperaba un Mesías (1). El fundamento de esta esperanza era la convicción de que Dios cumple con su promesa. Pero, ¿cuál fue esta promesa? La teóloga francesa Marie-Noëlle Thabut ha escrito un libro (2) sobre cómo la percepción de la promesa de Dios fue evolucionando en el pueblo judío. En un principio no se hablaba de un Mesías. Más bien se trataba de una tierra, una descendencia, un pueblo bendecido por Dios (3). El profeta Isaías formula la promesa de Dios de otra manera: habitará el lobo junto al cordero, la pantera se tumbará con el cabrito, el ternero y el leoncillo pacerán juntos, un muchacho pequeño cuidará de ello…(4). Su interpretación es que Dios prometía un mundo sin violencia…

Cuando en Israel se instaura la Monarquía, empieza la creencia que la promesa se realizará a través de una persona, un Rey salvador, un Ungido, sobre quien reposa el Espíritu del Señor. Pero resulta que los reyes de Israel no lograron instaurar el reino de paz prometido por Dios. Peor todavía: después de cuatro siglos de monarquía, el pueblo fue deportado a Babilonia. Entonces se empieza a pensar que quizás el que salvará al pueblo y cumplirá la promesa no será un rey sino un profeta o un sacerdote o el Servidor (como dice el profeta Isaías) o el hijo del hombre (de quien habla el profeta Daniel) …

Dios nos sorprende siempre: ¡cumple su promesa a través de una mujer! Dios anuncia a María de Nazaret que dará a luz un hijo y le pide que le ponga el nombre de Jesús, que significa El Salvador. Ella dice “sí” e, inspirándose en el cántico de Ana (5), reformula las promesas de Dios proclamando el Magníficat. En la sinagoga de Nazaret Jesús abre las Escrituras: el Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar la buena noticia a los pobres; me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y dar vista a los ciegos, a liberar a los oprimidos y a proclamar un año de gracia del señor… Su comentario sobre este texto escandaliza a la gente. Jesús dice: hoy se ha cumplido el pasaje de la Escritura que acabáis de escuchar (6).

Los cristianos solemos afirmar que la promesa se ha cumplido en Jesús: que Él con su vida y sus palabras, inauguró el Reino de Dios aquí en la tierra. En la cruz, Jesús dice: “Todo está cumplido” (7). Me pregunto, ¿qué quiere decir esto cuando el mundo hoy arde de violencia, guerras e injusticias y está lleno de pobres, cautivos, ciegos, oprimidos…?

La clave está quizás en María… Ella entendió que Dios, para realizar su promesa espera nuestra adhesión a su proyecto, nuestro “sí”. Y este “sí” de la humanidad, de cada una de nosotras, tarda en darse. En vez de preguntarnos ¿qué esperamos?, quizás habrá que decir ¡qué esperamos! ¿Qué esperamos para dar nuestro “sí”? ¿Por qué tardamos tanto en confiar en el proyecto de Dios?

Un amigo me dijo hace poco que nosotros los cristianos ya habíamos superado el Antiguo Testamento… Yo respondí: “si solamente lográramos que todos respetáramos los diez mandamientos, ya el mundo iría mucho mejor”.

Estoy convencida que la Clara Esperanza de María incluye la esperanza de que digamos “sí” a la promesa de Dios, como ella, sin tardar. Dios está esperando nuestra adhesión. En vez de cuestionar la promesa, cuestionémonos a nosotros mismos: ¡El Reino de Dios es para hoy! ¿Qué esperamos?

Texto: Pauline Lodder
Voz: Javier Bustamante
Música: Manuel Soler, con arreglos e interpretación de Josué Morales
Producción: Hoja Nuestra Señora de la Claraesperanza


1.La palabra Mesías viene del hebreo Mashiah, que significa “has sido frotado con aceite” (en griego Cristos)
2.Marie-Noëlle Thabut, Le Messie, Desclée de Brouwer, 2003, Paris
3.Génesis 12, 2-3
4.Isaías 11,6
5.1Sm2,1-10
6.Lucas 4, 18-19, 21)
7.Juan 19, 30