«Tener fe en tiempos de incertidumbre», es el subtítulo de un libro de Timothy Radcliffe, teólogo dominico y conferenciante reconocido internacionalmente. Al principio del primer capítulo, escribiendo sobre la crisis económica y ecológica, el autor usa un término que me llama mucho la atención: «¿Qué será de nuestro planeta cuando los jóvenes de hoy tengan mi edad? Muchos evitan afrontar la pregunta y prefieren comer, beber y divertirse, haciendo como que el futuro no llega nunca. De ahí que esta sea una forma de desesperación.”
Timothy Radcliffe indica que existen «formas de desesperación». Una de ellas sería la mencionada anteriormente:
– evitar afrontar preguntas y hacer como que el futura no llega nunca.
Muy rápidamente otra forma de desesperación me ha venido a la mente:
– evitar compromisos a largo plazo.
Pensé en un joven holandés, buen mecánico de coches, que se fue a trabajar a Noruega, porque en Holanda sólo le ofrecían contratos de trabajo temporales. Cada seis meses se encontraba en la calle, buscando otro empleador, porque ningún taller quería dar un contrato fijo, a largo plazo, y la ley no permitía renovar contratos temporales. Poco importaba que hiciera un excelente trabajo… Desesperado se fue a vivir a un país donde le ofrecían seguridad y estabilidad, y hoy, unos años después, ha podido lanzarse a comprar una casa y formar familia…
Me parece que otra forma de desesperación es:
– evitar programar el tiempo.
Recuerdo una joven italiana que vivió dos años con nosotros: nunca podíamos saber sus proyectos para el fin de semana, porque todas sus salidas se organizaban en el último momento por WhatsApp. El no tener programa, incluso para un fin de semana que ya había empezado, producía un stress inútil para ella y nosotros.
Es interesante detectar esas formas de desesperación, para ver cómo podríamos combatirlas y sanar nuestras sociedades.
Más que nunca me doy cuenta que afrontar preguntas de futuro, ocuparse de ellas, elaborar proyectos a largo tiempo, programar el tiempo, comprometerse a largo plazo, son signos de clara esperanza.
Unos amigos me suelen recordar que no se puede cuidar el futuro en detrimento del presente. Es importante tenerlo claro. Pero eso no significa vivir el presente como si el futuro no llegara nunca…
Texto: Pauline Lodder
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