En la noche de Pascua se encienden unas grandes fogatas fuera de las iglesias, en los atrios, en medio del mundo, porque es allí donde viven los hombres. Todos compartimos la misma oscuridad hasta que la luz y el calor del fuego pascual nos reúne. ¡Cómo no hablar bien de este fuego, bendecir este fuego, esta luz con que todo empieza…!
En las llamas de un brasero se enciende el cirio pascual, un cirio grande (todo es grande en la noche de Pascua), marcado con una cruz y las cinco llagas de Cristo. La luz de Cristo no es una llama fantasma. Para poder tener la luz de Cristo resucitado se necesita la cera y el oxígeno: es su vida entregada por amor la que se quema, es su vida marcada por la cruz y las llagas que se transforma en Luz de resurrección.
Yo propongo que pongamos también una marca de nuestras vidas en el cirio pascual, por ejemplo una huella, para que nuestras vidas también se trasformen en luz, para que resucitemos con Cristo, para que seamos personas resucitadas en el mundo de hoy…
¿La pregunta que tengo hoy es de dónde viene la chispa que enciende el fuego pascual… este fuego que sirve para encender el cirio? Don Tonino Bello, obispo italiano (1935-1993), decía que después de la sepultura de Jesús, para guardar la fe en la tierra, sólo quedaba María… El viento del Gólgota apagó todas las lámparas, pero dejó la linterna de María encendida…
Pienso que la chispa que enciende el fuego pascual viene de la luz de clara-esperanza de la linterna de María. Estamos llamadas y llamados a acoger el don de la esperanza en nuestras vidas, a guardar nuestras linternas de clara esperanza encendidas, para con ello encender luz de Pascua, luz de Resurrección en el mundo entero.
Texto: Pauline Lodder
Voz: Javier Bustamante
Música: Manuel Soler, con arreglos e interpretación de Josué Morales
Producción: Hoja Nuestra Señora de la Claraesperanza
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