Introducción

En Cuaresma, muchos cristianos rezan el Via Crucis. Pero no todo termina en la cruz…
Les invitamos a seguir meditando: a ponerse en camino para un Via Lucis. Se trata de meditar sobre los encuentros con Jesús Resucitado.

La meditación que les ofrecemos se hace desde una perspectiva muy particular, poco habitual pero de gran valor pastoral. Un sacerdote español, el doctor Alfredo Rubio, propuso que nos pusiéramos “en la piel de Jesús Resucitado”. El bautismo nos hace morir y resucitar con Cristo, por lo tanto, vivir resucitados debería de ser algo habitual en todo cristiano. Poniéndonos en el lugar del Resucitado, tendremos indicios de un estilo de ser cristiano, muy novedoso.

Meditaremos con fotografías de mosaicos que el padre Marko Rupnik realizó para la Iglesia en Ginebra. Están puestos en el exterior de distintas iglesias y edificios, siguiendo la indicación del Papa de ser “Iglesia en salida”. Se espera que la belleza de los mosaicos de este Camino de Alegría (Chemin de Joie) interpele a los transeúntes (peatones) y a las personas que los contemplen virtualmente.

1. La Resurrección

La antigua iconografía no representa a Jesús en su Resurrección como un héroe que sale victorioso de una tumba, sino con las marcas de la cruz en sus manos, sus pies y su costado, bajando a los infiernos.

El Camino de Alegría empieza así, el sábado santo, día de gran silencio. Con una bajada a las situaciones de sufrimiento, en silencio, sin espectáculo, sin signos extraordinarios.
Se trata simplemente de ofrecer una mano a las personas arrastradas por una riada de mal y de frivolidad. De ayudarles para que no se hundan, de ofrecerles la clara esperanza de saber que también ellos pueden participar de una vida nueva.

 


 

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