Dios te salve, madre querida
soy tu hijo resucitado,
sí vivo ya una nueva vida
para estar siempre a tu lado.
Mira bien mi mano herida
y la llaga de mi costado,
por todos serás bendecida
tú que siempre has esperado.
Madre e hijo se han hallado
y con un abrazo han sellado
un encuentro que aún asombra.
La mano del Padre, su sombra
desciende sobre Ti, María
¡O virgen de Paz y Alegría!
Texto: Jaume Aymar Ragolta
Fuente: Nuestra Señora de la Paz y la Alegría
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