XXI MediTcantamos
Un espacio virtual para meditar un canto.
En esta sesión meditaremos el canto: Espíritu de Dios.
La autoría de este canto se atribuye a diversos cantantes. Entre otros, a Roberto Orellana, cantante y compositor chileno. El intérprete de hoy es Filipe Henriques.
Comentarios de:
María de Jesús Chávez-Camacho y Pauline Lodder
Video: Espíritu de Dios
Comentarios de Pauline Lodder y María de Jesús Chávez-Camacho Pedraza
COMENTARIO: Pauline Lodder, Pineda de Mar
«¡Espíritu Santo, llena mi ser!»
En muchas representaciones de Pentecostés, vemos llamas de fuego sobre las cabezas de los discípulos. Parece como si esas llamas hubieran caído del cielo, ¿verdad? Pero en realidad, estamos habitados por el Espíritu Santo desde el principio de nuestra existencia. Somos templos de su presencia: cada ser humano lleva en sí ese don, esa chispa divina. No depende de haber recibido el bautismo o de celebrar una fiesta; es algo que forma parte de nuestro ser.
El relato de los Hechos de los Apóstoles nos dice: “De repente, se produjo desde el cielo un estruendo, como de viento que soplaba fuertemente, y llenó toda la casa donde se encontraban sentados” (Hch 2,2). Dentro de nosotros hay una zarza ardiente, un “yo soy”, y cuando sopla el viento, esa chispa se enciende. Las llamas de Pentecostés nacen desde nuestro interior, de esa presencia que llevamos en el corazón.
La fiesta de Pentecostés nos invita a redescubrir esa zarza ardiente que llevamos dentro y a dejar que el soplo de Dios la vivifique. Hemos recibido en nuestro ser todo lo necesario para santificar el mundo, para llenarlo con el fuego del amor.
La zarza del Horeb no se consumió y nunca se apagará. Por ello, siempre hay la esperanza de que nuestros corazones ardan, y nos impulsan a trabajar por una nueva humanidad.
***
COMENTARIO: María de Jesús Chávez-Camacho Pedraza, Pineda de Mar
“Lléname con tu presencia, con tu poder, con tu amor”
En la lectura de los Hechos de los Apóstoles, de la fiesta de la Ascensión (1, 1-11), Jesús anuncia a sus discípulos: `recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que va a venir sobre vosotros y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría y hasta los confines de la tierra’. Y es este don del Espíritu Santo que celebramos en la fiesta de Pentecostés.
Llama de amor viva y vivificante, Consolador y Espíritu de unidad, no desea imponerse pues es respetuoso de nuestra libertad. Qué importante es decirle “Ven”. Y, como en el canto, decirle también: “Lléname con tu presencia, con tu poder, con tu amor”. Su presencia es transformadora, su poder no obliga, sino que da fuerza y vigor. Y su amor ensancha nuestro corazón.
“Y seréis mis testigos” dice Jesús. Para serlo con corazón gozoso y pacificado, necesitamos estar llenos de la presencia del Espíritu Santo que, si nos abrimos a su acción, nos renueva hasta lo profundo de nuestro ser para que seamos artesanos de vida y amor por doquier.

Espíritu de Dios
Espíritu de Dios, llena mi vida, llena mi alma, llena mi ser.
Espíritu de Dios, llena mi vida, llena mi alma, llena mi ser.
Y lléname, con tu presencia, con tu poder, con tu amor.
Y lléname, con tu presencia, con tu poder, con tu amor.
Espíritu de Dios, llena mi vida, llena mi alma, llena mi ser.
Espíritu de Dios, llena mi vida, llena mi alma, llena mi ser.
Y lléname, con tu presencia, con tu poder, con tu amor.
Y lléname, con tu presencia, con tu poder, con tu amor.
La autoría de este canto se atribuye a diversos cantantes. Entre otros, a Roberto Orellana, cantante y compositor chileno. El intérprete de hoy es Filipe Henriques.
XXI MediTcantamos
Un espacio virtual para meditar un canto.
En esta sesión meditaremos el canto: «Espíritu de Dios»
La autoría de este canto se atribuye a diversos cantantes. Entre otros, a Roberto Orellana, cantante y compositor chileno. El intérprete de hoy es Filipe Henriques.
Comentarios de:
María de Jesús Chávez-Camacho y Pauline Lodder
Video: «Espíritu de Dios»
Comentarios de Pauline Lodder y María de Jesús Chávez-Camacho Pedraza
COMENTARIO: Pauline Lodder, Pineda de Mar
“¡Espíritu Santo, llena mi ser!”
En muchas representaciones de Pentecostés, vemos llamas de fuego sobre las cabezas de los discípulos. Parece como si esas llamas hubieran caído del cielo, ¿verdad? Pero en realidad, estamos habitados por el Espíritu Santo desde el principio de nuestra existencia. Somos templos de su presencia: cada ser humano lleva en sí ese don, esa chispa divina. No depende de haber recibido el bautismo o de celebrar una fiesta; es algo que forma parte de nuestro ser.
El relato de los Hechos de los Apóstoles nos dice: “De repente, se produjo desde el cielo un estruendo, como de viento que soplaba fuertemente, y llenó toda la casa donde se encontraban sentados” (Hch 2,2). Dentro de nosotros hay una zarza ardiente, un “yo soy”, y cuando sopla el viento, esa chispa se enciende. Las llamas de Pentecostés nacen desde nuestro interior, de esa presencia que llevamos en el corazón.
La fiesta de Pentecostés nos invita a redescubrir esa zarza ardiente que llevamos dentro y a dejar que el soplo de Dios la vivifique. Hemos recibido en nuestro ser todo lo necesario para santificar el mundo, para llenarlo con el fuego del amor.
La zarza del Horeb no se consumió y nunca se apagará. Por ello, siempre hay la esperanza de que nuestros corazones ardan, y nos impulsan a trabajar por una nueva humanidad
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COMENTARIO: María de Jesús Chávez-Camacho Pedraza, Pineda de Mar
“Lléname con tu presencia, con tu poder, con tu amor”
En la lectura de los Hechos de los Apóstoles, de la fiesta de la Ascensión (1, 1-11), Jesús anuncia a sus discípulos: `recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que va a venir sobre vosotros y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría y hasta los confines de la tierra’. Y es este don del Espíritu Santo que celebramos en la fiesta de Pentecostés.
Llama de amor viva y vivificante, Consolador y Espíritu de unidad, no desea imponerse pues es respetuoso de nuestra libertad. Qué importante es decirle “Ven”. Y, como en el canto, decirle también: “Lléname con tu presencia, con tu poder, con tu amor”. Su presencia es transformadora, su poder no obliga, sino que da fuerza y vigor. Y su amor ensancha nuestro corazón.
“Y seréis mis testigos” dice Jesús. Para serlo con corazón gozoso y pacificado, necesitamos estar llenos de la presencia del Espíritu Santo que, si nos abrimos a su acción, nos renueva hasta lo profundo de nuestro ser para que seamos artesanos de vida y amor por doquier.

Espíritu de Dios
Espíritu de Dios, llena mi vida, llena mi alma, llena mi ser.
Espíritu de Dios, llena mi vida, llena mi alma, llena mi ser.
Y lléname, con tu presencia, con tu poder, con tu amor.
Y lléname, con tu presencia, con tu poder, con tu amor.
Espíritu de Dios, llena mi vida, llena mi alma, llena mi ser.
Espíritu de Dios, llena mi vida, llena mi alma, llena mi ser.
Y lléname, con tu presencia, con tu poder, con tu amor.
Y lléname, con tu presencia, con tu poder, con tu amor.
El intérprete de hoy es Filipe Henriques.
intérprete: Felipe Henriques.
La autoría de este canto se atribuye a diversos cantantes. Entre otros, a Roberto Orellana, cantante y compositor chileno. El intérprete de hoy es Filipe Henriques.
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