XXIII MediTcantamos
Un espacio virtual para meditar un canto.
En esta sesión meditaremos el canto: Tarde te amé
Texto de San Agustín de Hipona. Intérpretes: Sierva de Dios hna. Clare, Theresa Crockett (Irlanda) y hna. Kelly, de la congregación religiosa Siervas del Hogar de la Madre.
Música de Antonio Baldoni, sacerdote agustino (Italia).
Comentarios de:
María de Jesús Chávez-Camacho y Pauline Lodder
Video: Tarde te amé
Comentario de María de Jesús Chávez-Camacho Pedraza
Pineda de Mar
«Señor Tú me llamaste, tu voz a mí llegó,
curando mi sordera»
Me gusta este canto a partir de un texto de San Agustín de Hipona. Deja entrever su relación profunda con Dios y condensa bellamente el camino de su vocación.
“Señor Tú me llamaste tu voz a mi llegó…”
El Dios en el que creemos los cristianos es un Dios de relación: llama, acompaña, protege, consuela…
En la Biblia encontramos muchos pasajes de vocación: Abraham, Moisés, los profetas… Y mucho tiempo después, María, a quien al anuncio del ángel dirá: “hágase en mí según tu palabra”. Los relatos de vocación pueden tener elementos semejantes: llamada, sensación profunda de no sentirse digno, promesa de Dios que estará a su lado en la misión encomendada… Sin embargo, y esa es la maravilla, cada vocación es única, porque la relación que cada uno tenemos con Dios es personal, porque somos seres únicos …
Por ello, cada texto de vocación, nos puede hacer vibrar en lo profundo del corazón, porque nos sentimos identificados con algo de esta narración de vida. Y a la vez, ese relato nos llena de alegría, recordando nuestra propia historia y nos mueve a dar gracias por el don de sabernos amados por Dios.
“tu voz a mi llegó, curando mi sordera”
A veces nos puede pasar que estemos llenos de ruidos exteriores e interiores que hacen difícil oír a Aquél que nos ama y nos llama a vivir en amistad con Él. Pero si entramos en nosotros mismos y hacemos silencio en nuestro ser, podremos más fácilmente oír su voz, como dice el canto, y entonces, cuando llegue la voz de Dios, curará nuestra sordera… Porque su voz acallará las otras voces… Entonces oiremos de manera más diáfana el susurro del Amor…
Comentario de Pauline Lodder
Pineda de Mar
«Belleza infinita»
Es impresionante como la oración “Tarde te amé” de Agustín de Hipona, escrito en el siglo V, sigue impactando a muchas personas el día de hoy. Sus palabras nos transforman en testigos de una búsqueda intensa y profunda de Dios, y nos describe un aspecto de la trayectoria de conversión de este gran santo. Al mismo tiempo descubrimos con qué nombre íntimo Agustín llama a Dios: “belleza siempre antigua y siempre nueva: belleza infinita”.
Dar un nombre a Dios es difícil, porque todas las palabras siempre quedan cortas para reflejar la realidad. Sin embargo, para relacionarnos buscamos palabras, utilizamos nombres…
En el islam hay una oración que consiste en meditar los 99 nombre de Dios porque el profeta Muhammad (la paz y las bendiciones sean con él) dijo: «Allah tiene noventa y nueve nombres, es decir, cien menos uno, y quien los conozca irá al Paraíso»
En la tradición judía, el tetragrama YHWH, el nombre de Dios que aparece más de 6500 veces en el Antiguo Testamento es sagrado y se evita pronunciarlo…
Jesús se dirige a Dios como padre, papá…
La manera de nombrar una persona o Dios revela algo de la percepción que tengo del otro… No es lo mismo tratar a Dios de Todopoderoso, que tratarlo de Misericordioso…
Hace poco en un retiro hablamos del nombre que nosotros recibimos de Dios: “amados”. La belleza infinita de Dios es el hecho que ama… Es una gran noticia antigua y siempre nueva, vale la pena descubrirla, aunque pudiera parecernos tarde.
Letra:
TARDE TE AMÉ – Oración de S. Agustín
Tarde te amé, Belleza infinita,
tarde te amé, tarde te amé,
Belleza siempre antigua y siempre nueva.
Y supe Señor, que estabas en mi alma,
y yo estaba fuera.
Así te buscaba, mirando la belleza de lo creado.
Tarde te amé, Belleza infinita,
tarde te amé, tarde te amé,
Belleza siempre antigua y siempre nueva.
Tú estabas conmigo, mas yo buscaba fuera,
y no te encontraba.
Era un prisionero de tus criaturas, lejos de ti.
Tarde te amé, Belleza infinita,
tarde te amé, tarde te amé,
Belleza siempre antigua y siempre nueva.
Señor Tú me llamaste, tu voz a mí llegó,
curando mi sordera.
Con tu Luz brillaste, cambiando mi ceguera
en un resplandor.
Tarde te amé, Belleza infinita,
tarde te amé, tarde te amé,
Belleza siempre antigua y siempre nueva.
Hasta mí ha llegado aroma de tu gracia, por fin respiré.
Señor, yo te he buscado, siento hambre y sed,
ansío tu pan.
Tarde te amé, Belleza infinita,
tarde te amé, tarde te amé,
Belleza siempre antigua y siempre nueva.
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