Retiro de Adviento. Cristóbal Fones SJ y José María R. Olaizola, SJ
Preámbulo
¿Qué palabra
contará la Palabra?
Hay palabras vacías,
versos muertos,
verbos sin chispa,
noticias sin eco.
Y hay palabras
ardientes,
ideas con vuelo,
páginas vivas,
lenguajes nuevos.
No desesperes,
buscador de sentido,
de respuestas,
de algo eterno.
No te conformes
con pobres silencios.
Sigue buscando
en palabras prestadas
el encuentro pleno.
1) SILENCIO
- La desconexión Hace falta, en algunas ocasiones, desconectar un poco
-no para estar así suspendidos en el vacío, sino para conectarnos a lo
esencial. - La calma (la lentitud) en medio de vidas tan vertiginosas como las
nuestras - La escucha y la contemplación. Que supone concentrarse en lugar de
estar dispersos.
2) CAMINO
Me gustaría invitaros a pensar en el camino que comenzamos…
El punto de partida es ¿dónde estás ahora? ¿De dónde partes? ¿Cómo estás?
¿Cómo describirías este preciso momento de tu vida? Tu situación personal, tu
estado de ánimo, tus problemas…
El punto de llegada, ojalá, sea en un portal a los pies de un niño, dispuestos a
adorarlo y desde ahí abrirnos al mundo de una manera nueva.
Os invito a pensar también en con quién vamos a caminar.
El equipaje es muy variado. Uno lleva su vida, sus heridas, sus preocupaciones
de hoy. Lleva su trabajo, sus miedos, sus valores.
El camino implica también un lugar, unos parajes que atraviesas. El mundo no
es un lugar neutro. Es un lugar complicado. Que tenemos que aprender a
conocer, a comprender, y a transformar.
3) Y 4) ESPERA Y ESPERANZA
¿Qué es esperar? Es anticipar algo. Quizás a veces también esperamos algo malo,
o algo que nos asusta, pero entonces es más bien resignación, temor o
desesperación, y en esas ocasiones la espera quiere convertirse en huida.
Cuando esperamos algo bueno, con ilusión, con impaciencia, con el deseo de
que llegue, con un punto de anhelo y sin la seguridad de cuándo o cómo ha de
llegar, eso lo definimos como esperanza.
¿Qué esperamos en Adviento?
Los encendidos de las luces, la lotería de Navidad, comidas familiares, regalos,
esperamos a sus majestades los reyes magos de oriente y que vengan con las
alforjas bien cargadas, esperamos reencuentros, esperamos decansar, las uvas,
el cotillón… Pero, ¿QUIÉN ESPERA A DIOS?
¿Qué es esperar a Dios? Dios es como ese amanecer. Que tiene tres rasgos… Es
luz que hace que todo se vea mejor, nos da un horizonte… Es también luz que
hace que despierte la vida, que empiece el movimiento, que las personas, los
animales, todo empiece a desperezarse. y es Luz que da seguridad.
Pues bien, el adviento tiene algo de esas horas previas al amanecer en que
estamos esperando la luz que nace de lo alto. ¡Es necesario estar alerta, vigilante,
pendiente! (En lugar de dormidos, distraídos o absortos). No valen inercias en el
Adviento, sino tomar las riendas… y esto me lleva a nuestra segunda palabra…
5) PREPARATIVOS
Vamos a ver si es cierto que Le amamos,
vamos a mirarnos por dentro un poco.
¡Hay cosas colgadas que a El le lastiman,
freguemos el suelo y abramos las puertas!,
que salgan las lagartijas y entren las luces.
Borremos los nombres de la lista negra,
coloquemos a nuestros enemigos encima de la cómoda,
invitémosles a sopa.
Toquemos las flautas de los tontos, de los sencillos,
que Dios se encuentre a gusto si baja.
(Gloria Fuertes)
Que Dios se encuentre a gusto si baja.
¿Qué es lo que hay que preparar? Me atrevo a soñar un poco en voz alta. Y os
propongo volvernos sencillos. ¿Qué podemos preparar?
a) Preparémonos nosotros mismos, por dentro.
b) Preparemos nuestras casas.
c) Preparemos nuestros vínculos.
d) Preparemos nuestra agenda.
6) y 7) PROMESAS (y PROFETAS)
¿Qué nos promete Dios?
Lo primero. Que en medio de las noches y los problemas, de las zozobras e
incertidumbres, cabe el consuelo. Consuelo que a veces daremos nosotros, y
otras veces nos darán. (la promesa de CONSUELO) Esa es la promesa. No
estamos solos, no hay rendición, ni derrota, sino abrazo y ternura. Porque Dios
está de nuestra parte.
Lo segundo. En un mundo de muchas arbitrariedades, donde tantas cosas nos
estremecen, Dios nos anima a vivir en un cielo nuevo y una tierra nueva en la que
habite la justicia. (la promesa de JUSTICIA), una justicia por la que habremos de
trabajar. Porque la justicia de Dios es tan humana que está llena de misericordia.
Lo tercero. Que aunque a veces nos encontremos cansados, solos, abatidos,
tristes o sencillamente apáticos. Que aunque a veces se nos cargue la vida, se
nos apaguen los sueños, se nos vuelva rutina la fe y el evangelio, Dios (y lo suyo)
sigue siendo capaz de emocionarnos, de entusiasmarnos, de seducirnos y
lanzarnos a vivir. Hay un espíritu de Dios capaz de despertar e nosotros coraje,
energía, fuerza (la promesa del ESPIRITU)
(Las tres promesas las vemos cumplidas en María, la que será capaz de consolar,
la que es capaz de cantar una justicia que enaltece a los humildes. La que se deja
totalmente en manos del Espíritu).
Y dicho esto, no son promesas facilonas o edulcoradas. Dios también promete
esfuerzo y cruz (pensemos en María, no es un camino fácil el que se le ofrece…)
Pero Dios sigue prometiéndonos que la vida puede ser mejor. Será mejor, si le
dejamos estar en ella…
PROMESAS
Nos has prometido la libertad,
y nosotros, perdidos
en laberintos absurdos.
Nos has prometido la paz
y nosotros, forjando
armas en lugar de herramientas.
Nos has prometido el amor,
y nosotros justificando
desencuentros.
Nos has prometido la dicha,
y nosotros suspirando
al mirar espejos vacíos.
nos has prometido la risa,
pero nos cuesta dejar
que nos conquiste la esperanza.
Nos has prometido el perdón
y nosotros grabando ofensas
en paredes de piedra.
Nos has prometido el ciento por uno
y nosotros intentando negociar la vocación a la baja.
Qué pena lo nuestro, Señor,
cuando en lugar de sumergirnos en tu plenitud
nos regodeamos en espejismos de mediocridad.
Menos mal que nos quedan
tus promesas
y esta fe, bien peleada.
Sí, Señor,
nos queda Tu alegría
inquebrantable,
al mostrarnos
otro futuro
posible.
Siguen haciendo falta hoy PROFETAS, o sea testigos creíbles del evangelio, de las
promesas de Dios.
8) PAZ
La paz se trabaja, se construye, se defiende…
El mensajero que anuncia la paz tiene que ser cada uno de nosotros. Y lo será….
Cuando, ante la furia, uno elige el sosiego.
Cuando, ante el insulto, uno elige la palabra inteligente
Cuando, ante la crispación, uno responde con cordura.
Cuando, ante la polarización, uno elige tender puentes.
Cuando, ante la justificación de cualquier barbaridad si es de los míos, uno elige la coherencia que legitima la autoridad moral.
9) ALEGRIA
Es lo que ocurre cuando crees de verdad en las promesas.
¿Qué creemos, porque Dios así nos lo ha dicho en Jesús?
“Yo estoy con vosotros todos los días hasta el final del mundo”.
“En el mundo tendréis batallas, pero ánimo, yo he vencido al mundo”.
“Las bienaventuranzas” (la promesa de la felicidad paradójica, de la fuerza en la
debilidad, de los pequeños que se vuelven grandes)
Cuando crees en eso, entonces puedes negarte a dejar que la decepción venza.
Incluso cuando toca andar más sombríos -y a veces toca- confiando en que Dios
nos ha prometido que habrá luz tras la sombra.
Es creer en que de verdad Dios es el Dios-con-nosotros. Que está contigo,
conmigo, hoy, aquí y ahora. Cuando ríes y cuando lloras. Cuando crees y cuando
dudas. Cuando esperas y cuando desesperas. Cuando lo buscas y cuando lo
ignoras. Está contigo, no invadiendo, anulando o imponiendo su presencia, sino
como espíritu que sostiene e ilumina.
Es, también, elegir el sentido del humor frente al rencor o la amargura, porque
uno comprende que a menudo damos importancia a lo que no la tiene, y hay que
quitarle pompa y solemnidad a nuestras obsesiones y estrecheces.
Es comprender que Dios es amor. Un amor tal que no nos abandona. Y porque no
nos abandona está dispuesto a ser el Dios-con-nosotros. Lo fue en su hijo y lo
sigue siendo en su espíritu.
10) FUTURO.
El futuro es el tiempo de la esperanza.
Es el tiempo en que se cumplirán las promesas.
Es la meta primera de nuestro camino (no un punto final, sino un
punto y seguido). Es ese momento en el que, en la misa del Gallo -y el
día de Navidad-, celebraremos con alegría el nacimiento del Señor.
Y, con esto, tenemos ya expuestas esas diez palabras que han de guiar nuestro
Adviento. Y que se convierten en poema y en proclama.
10 palabras de Adviento
Buscaré un silencio
que tú puedas llenar.
Me echaré al camino,
buscando tus huellas.
Miraré adelante,
preguntando cuándo llegas,
Y con solo anticiparte,
mi espera será esperanza.
Prepararé la mesa, la casa, la vida,
porque has prometido habitarlas.
Escucharé a tus profetas
anunciando, por las calles,
tu pan, tu paz y tu palabra.
Entonces, la alegría.
El futuro empieza ahora.
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