¿Alguna vez les ha pasado a Vds. perder las esperanzas, cuando pensaban obtener algo que luego no llegó? Creo que es una experiencia que los cristianos hemos vivido más de una vez.

Sin embargo, cuando Cristo nos dice «pedid y se os dará» (Mt 7,7), nosotros suponemos con frecuencia que pidamos lo que pidamos, Dios nos lo va a conceder. Y si no llega aquel objeto de nuestra esperanza, nos hundimos, con angustia y desesperanza y hasta quizás, dudamos de Dios.

A veces esperamos como si siempre fuese acorde con Dios, lo que nosotros queremos, nuestros propios deseos. Lo que sucede es que no somos dioses y eso significa que nuestros deseos por buenos que nos parezcan, no tienen necesariamente por qué ser así en realidad.

Más bien creo que cuando Cristo nos dice «pedid y se os dará», se trata de pedir lo que está en el evangelio. No es esperar cualquier cosa, sino sólo lo que Dios nos ha prometido. Y debemos pedírselo abandonados a su voluntad, asociándonos a lo que Cristo ha pedido al Padre, confiando que Él sabe mejor que nosotros qué es lo que más nos conviene. Tanto para nosotros como para los seres queridos por quienes pedimos.

María, maestra en esperanza, nos da ejemplo con su vida poniendo sus esperanzas en las promesas de Dios. María tenía la certeza de que esas promesas a su debido tiempo, se harían realidad.

Por María de Jesús Chavez Camacho