Hermanos en la existencia
Somos todos hermanos por otro lazo familiar: existimos. Es desde este nivel que yo puedo sentir como hermanos a todas las demás personas. Hasta al diablo, un poquito. Cuando se llega a este punto, es cuando uno puede amar, incluso al enemigo, pues ambos
La nación insomne
Dios para unos, la madre naturaleza para otros, nos han regalado el sueño. El sueño reparador, cobijado por el mayor silencio y la mayor oscuridad de la noche.
La misma tierra bajo nuestros pies, nos ofrece su horizontalidad para el descansado olvido de nosotros mismos. Para soñar dormidos o en duermevela.
Amigos de Dios
Cuando llegamos realmente a saborear estar a solas con Dios, vamos siendo, vamos sintiéndonos, amigos de Dios; porque no es baldío lo que dice Cristo: “Ya no os llamo siervos, os llamo amigos”. Amigos es una cosa mutua. Si Él me llama amigo, yo puedo llamarle amigo también, ¡somos amigos! ¡Qué tremendo descubrimiento
La ultimidad
Audio: La ultimidad
La madre de los Zebedeos pidió a Jesús que cuando Él fundara su reino, sentará a su derecha y a su izquierda, a sus hijos -los Apóstoles Santiago y Juan Cristo le respondió «el que quiera ser primero que se haga último».
María en primavera
Todos conocemos a alguna mujer que se llama María Dolores, o simplemente Dolores o, cariñosamente Lola, Lolita…
Llevan este nombre naturalmente, en honor de la Virgen Dolorosa. Todos los fieles recordamos también, alguna imagen de María al pie de la Cruz con su corazón traspasado de todos sus sufrimientos, al ver a
Parábola de la vid y los sarmientos
Cristo ha veindo a redimir a todos, a redimir a aquellos que, de entrada, quieren escucharle, quieren permanecer unidos a Él y de esta manera pueden dar mucho fruto. Pero lo que pecan -pecar consciente y libremente-, quedan realmente separados de esta cepa viva que es Cristo, quedan cortados, se secan, no sirven
Encuentro en el espejo
El espejo era un adminículo más para afeitarme, como la máquina eléctrica o la loción «after-shave».
Pero hoy me fijé en mis ojos. Me miré como cuando uno mira a los ojos de otra persona, poniendo en esta mirada el alma y estableciéndose con «ese otro» una conversación profunda sin necesidad de
El hombre: un ser dialogante
Si un niño naciera en la selva, fuera abandonado y por azar creciera cuidado por los animales como nos cuenta Kiplin, devendría una fiera más. Los psicólogos añaden que a los siete años de edad, sería ya irrecuperable como persona humana.
Si un náufrago se salva y sobrevive solo en una isla