Perdonar
con sangre un cheque en blanco
y dejarlo sin trabas encima de la mesa
al descansado alcance
de quien, habiéndose arrepentido,
anhele regresar ¡y venga!
a la mansión amiga.
Si aquéllos que nos maltrataron,
persistiendo en su alejamiento,
quisieran ser ladrones
de este leve papel azul,
¡de nada les servirá
que estuviera firmado y rubricado!
Entre