Hace un tiempo, una laica cristiana se ha despedido de un grupo de amigos entre los que estaba un sacerdote. Ella, latinoamericana residente en Madrid, marchó a Bogotá, Colombia, invitada a colaborar en un organismo de la Iglesia de ese país.

El sacerdote desempeña su tarea pastoral en las cercanías de Alba de Tormes, – Salamanca, España- localidad en la que murió en el siglo XVI, Santa Teresa de Jesús y donde reposan los restos de esta gran mística y doctora de la Iglesia.

Durante la reunión, aquella persona que se despedía, les rogó le dieran un consejo ante esa nueva etapa de su vida. El sacerdote seguramente resumió el sentir de todos con unas palabras llenas de resonancias teresianas: «mira a la Iglesia con unos ojos semejantes con los que la mira Dios Padre. Es decir, con entrañas de misericordia. Ámala como la ama Jesucristo que dio la vida en la Cruz por ella. Y anímala como la vivifica el Espíritu Santo».

¡Qué acertado regalo de despedida!

Por María Victoria Jiménez