Imaginemos que un día, en la sección de anuncios por palabras de un periódico, leemos lo siguiente: «SE SOLICITA VOLUNTARIO O VOLUNTARIA PARA MISIÓN MUY ARRIESGADA, OBJETIVO: ACABAR CON LAS GUERRAS, EL ODIO Y LA POBREZA EN EL MUNDO. PROMOVER QUE LAS PERSONAS SE QUIERAN. INTERESADOS: LLAMAR AL TELÉFONO Nº…» Seguramente, muchos estarían dispuestos a dar este paso. Algunos incluso, aunque ello supusiera morir ejecutados, se ofrecerían como voluntarios con tal de que acabase el hambre en África, que se perdonaran los palestinos e israelitas, que los terroristas depusieran las armas, etc. ¡Y que todos llegaran incluso a amar!

sebuscanvoluntariosPues bien, el anuncio ya fue publicado. Y el mismo anunciador fue el primer Voluntario. No puso condiciones. Se ofreció del todo para cumplir su misión. Y fue necesario su ofrecimiento, pues estaba el mal tan arraigado que quitarlo le costó incluso la vida.

Y sin embargo… los resultados no han sido automáticos. Casi, dirían algunos, no se notan. ¿Por qué hay tanto odio y tanta guerra todavía?

Es que el Voluntario no quiso que todo este gran bien fuese impuesto por la fuerza o de manera mágica. Dejó en libertad a todas las personas para acogerse a esta posibilidad de perdonar y amar. No obliga a nadie a ser feliz. Tal es su respeto por las personas, que casi parece que aquí no ha pasado nada. No quiere automatismos, sino libertad convocada a amar. Él no fuerza, sino que invita, anima.

No obstante, gracias a Él, ¡cuánto amor hay sembrado en el mundo! ¡Cuántos millones de voluntarios le han seguido! ¡Cuánto perdón dan y reciben los amigos, los esposos, sin que aparezca en los periódicos! ¡Cuánto trabajo de muchos, para que haya más justicia y más amor en todas partes! Callado, constante, el Amor trabaja.

Por eso su labor sigue necesitando voluntarios y voluntarias, ahora que Él está Resucitado. Necesita personas que, libre y amorosamente, se asocien a su tarea, que es múltiple, variada, con innumerables facetas, pero es una tarea tan discreta que casi no se ve si no se tienen ojos nuevos.

SE BUSCAN VOLUNTARIOS-AS para amar como Él, sin fronteras, sin divisiones, sin barreras sociales, ni culturales, ni étnicas, ni ninguna otra. Para convocar la libertad de muchos, al perdón. El bien, el amor, nunca pueden ser impuestos por la fuerza o por la magia o por el engaño. La misión sigue siendo arriesgada, pero estupenda.

¡Sólo el amor mejora el mundo y lo salva!

Por Leticia Soberón
(Bogotá)