¿Habéis visto alguna vez esas granjas modernas en las que crían pollos? Son unos grandes locales en los que hay miles de aves. Naves cerradas, sin luz exterior, siempre con las luces encendidas para que estos animales no duerman y se alimenten día y noche sin parar. Además, con una calefacción perfecta en invierno y refrigeración en verano, que les posibilita estar siempre a la misma temperatura. Y comen unos piensos compuestos –los mejores- para que, cuanto antes, estén preparados para ser sacrificados. Muy seguro que muchas personas verían estas condiciones como las más perfectas para ellas. Todas las necesidades cubiertas…¡Lástima, tan sólo, del trágico final!
Imaginemos que en esta granja, en la que hay miles de pollos (que para colmo son todos iguales, de la misma edad, igual color, exacto peso, símil plumaje), ponemos en medio de todos ellos uno que se haya criado en una casa del campo, en un cortijo; un gallo que haya cantado al salir el sol e ido a dormir cuando se pone, que escogía su comida: maíz o granos de trigo, restos de comida de sus dueños o algún gusano que otro; que iba y venía por doquier viendo otros animales y correteando por toda la hacienda. Si este pollo explicara a las demás aves que fuera de la granja hay sol y luna, noche y día, frío y calor, otras comidas, otros animales, seguro que no se lo creerían porque ellas tan solo han visto y conocen la monotonía de la luz fluorescente, la invariable comida, la insistente temperatura ambiental, el regular paso del tiempo, el uniforme y rutinario actuar…tildarían de loco a este pollo criado en el campo.
Esto es lo que le ocurre a la sociedad consumista de hoy. La gente tiene cubiertas la mayoría de sus necesidades vitales y muchísimos gustos superfluos…, como los pollos de esta granja industrial.
Pero la doctrina de Jesús está ahí. Nos da una novedad maravillosa. Nos ayuda a vivir con naturalidad la vida humana. A valorar los aspectos esenciales del existir. A gozar de las cosas sencillas. En definitiva, todo el mensaje de Jesús nos ayuda a ser mujeres y hombres de hoy que saben tener la mirada puesta en este Dios.
Por Josep Lluis Socías
Voz: Ester Romero
Música: Manuel Soler, con arreglos e interpretación de Josué Morales
Producción: Hoja Nuestra Señora de la Claraesperanza
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