Jueves Santo

Jueves Santo. Recordamos y celebramos la última Cena del Señor con sus Apóstoles.

Nos dice el Evangelio que Jesús deseaba ardientemente festejar la Pascua con sus discípulos. Y nos dice el evangelista Juan que: «había amado a los suyos y los amó hasta el extremo».

Como dice san Ignacio, hagamos una composición de lugar. Situémonos por unos momentos en aquel Cenáculo: Jesús con sus apóstoles, con María, su madre, y con otros discípulos y aquellas santas mujeres que le seguían incondicionalmente. «Reunidos en una sala grande, amueblada, en un segundo piso». Allí prepararon la Cena Pascual. Jesús les lava los pies y les habla.

Sabiendo que sus días –sus horas- llegaban a su fin les da un testamento; el más hermoso testamento que ningún notario del mundo haya sido testigo jamás de tan bellas y eficientes palabras: «Amaos como yo os he amado».

Y en la expresión de este amor comienza por lavarles los pies. Un gesto de cortesía para los invitados. Un gesto de perdón, que limpia toda impureza. Un gesto de servicio del que tiene la nueva autoridad. Un gesto de amor que expresa cariño y ternura.

El mandato nuevo de Jesús ya tiene una dimensión total: no se trata sólo de amar con el corazón, sino también expresarlo con el afecto, con la entrega y la donación de uno mfoto_jueves_santoismo. Como él mismo lo hizo unas horas más tarde.

Y la  muestra de este amor continuo para toda la humanidad es su presencia que nos deja en la Eucaristía. ¡Qué hermoso Banquete al que estamos invitados cada día y en cada momento!

Si los sacerdotes podemos hacer, con unas palabras, que Jesús  se haga presente en el pan eucarístico, todos los cristianos, mujeres y hombres seglares de todo el mundo, con un gesto de amor, reunidos en nombre de Jesús podemos hacer que, él mismo, vivo y resucitado, viva siempre entre nosotros.

¡Bendito Jueves Santo de amor!

Viernes Santo

¡Jesús mío! Recordamos que mueres en la cruz. ¡Qué calvario más horrible viviste!

A esta hora de la madrugada de aquel Viernes Santo ¿dónde estarías? ¿Ya Judas te habría traicionado en el Huerto de los Olivos? Y todos tus apóstoles ¿te habrían ya abandonado? ¿Estarías prisionero de Herodes o de Pilatos? ¿Te estarían llevando de uno a otro?

¡Estarías en plena pasión! ¡Sin poder hacer nada! Siendo como un muñeco, siendo la mofa de los que te tenían prisionero.

¿Cómo la Humanidad, que desea amar y sentirse amada, es capaz de torturarte o de torturar y matar a otras personas?

¡Aquellos golpes, aquellos latigazos, aquellos improperios, aquella corona de espinas…, aquellos clavos que uno a uno se iban hendiendo en tus manos y pies…!

Tú, ¡qué nos habías amado tanto!,Tú, que nos das el agua fresca y viva como la samaritana. ¡Tú, que curas al ciego de nacimiento y le das nueva luz. Tú, que resucitas a tu amigo Lázaro…; Y, sin embargo…, nosotros te matamos!

¿Qué sentirías en aquellos momentos en los que te desnudaban, te cubrían con la capa de color púrpura, te ponían la corona de espinas y la caña en tu mano derecha? Se reían aquellos soldados de que hubieras aspirado a ser rey. Y lo eres, aunque no conozcamos aún bien del todo tu realeza.foto_viernes_santo

«Este es el hombre», dijo Pilatos. Y lo eres. En plenitud. ¿Qué hombre ha habido en la Humanidad que haya dado a la vida un sentido tan pleno con sus palabras y sus obras, como has hecho tú?

Pero hoy, al mediodía estarás colgado en el madero de la cruz. Tus ojos-vidriados por la muerte- quedarán fijos. Fijos en la Humanidad. Clavado y muerto en la cruz ya no podrás hacer nada. Hoy, desde la cruz, nos contemplas con tus ojos muertos. Lo has hecho ya todo por nosotros. Ahora, inerte en la cruz, esperas en la fuerza de Dios Padre y en su Espíritu.

¡Y en seguida fructifica tu sacrificio de amor, como fructifica la semilla que muere en el surco de la tierra! Longinos, el soldado que atraviesa tu costado, se convierte. Ojalá nosotros nos convirtamos también con él y podamos pronunciar al unísono: «Realmente, éste era Hijo de Dios».

Sábado Santo

Sábado Santo. Todo parece muerto. El cadáver de Jesús yace en el sepulcro. Hoy es día de silencio, de reflexión. Ni la Iglesia tiene liturgia. No se celebran misas ni sacramentos.

Quizá mejor que nunca hoy podamos dirigir nuestra mirada a María,  la madre de Jesús. Ella siempre es ejemplo para nosotros.

La mayoría de las imágenes de María representan la joven mujer que recibió el anuncio del Ángel en la encarnación, o la joven madre en Belén…; sin embargo, pasaron los años y María fue al final de la vida de Jesús, una mujer mayor, viuda de José. ¿Cincuenta años tendría? ¿Quizá parecería mas mayor como sucede en los países africanos y como acontecía hace dos mil años?

Ella tuvo al niño Jesús en su regazo. Ayer tarde la podíamos recordar como Dolorosa, con el cuerpo inerte de Jesús muerto, de nuevo en su regazo… Con aquellas siete espadas de dolor clavadas en su corazón… con aquellas lágrimas que caen por su rostro, según recuerdo de aquella bella imagen de la Macarena de Sevilla.foto_sabado_santo

Pero hoy, Sábado Santo, se me va el corazón a contemplar otra imagen de María: la de la Claraesperanza, que está en el antiguo monasterio de san Jerónimo de la Murtra, en Badalona. Esta imagen no tiene ninguna lágrima en sus ojos. Todo lo contrario: su rostro brilla de gozo por la claraesperanza que tiene en la Resurrección de su Hijo. Sus vestidos revolotean al viento del soplo del Espíritu que da vida.

María es el modelo de la clara esperanza, que hoy, Sábado Santo, podemos seguir.

Ella, tan unida a la  Redención, es la estrella de la mañana que nos guía por el camino que nos lleva al sentido de la Pascua.

Pascua

¡Feliz Pascua, amigos! ¡Cristo ha Resucitado! Dejadme que clame con este júbilo la Resurrección de Jesucristo!

¡Qué hermosa fiesta celebramos hoy! ¡Es tan importante este día, que durante todo el año lo celebraremos y reviviremos cada ocho días!

¡Todos los domingos son el día del Señor!

Y también lo celebraremos a lo largo de los cuarenta días de Pascua, e incluso lo alargaremos diez días más, hasta la fiesta de Pentecostés!

¡Qué júbilo! ¡Qué alegría la resurrección de Jesús!

Cuentan los Evangelios que Jesucristo, no sólo resucitó, sino que, además, se apareció resucitado en diversas ocasiones a cantidad de personas: se manifestó, sin duda, a María, su Madre; a María Magdalena, la que tanto amó, la que había estado también al pie de la cruz; se apareció a lfoto_pascuaas santas mujeres que siempre le acompañaron y ahora habían ido al sepulcro a ungirle  con los bálsamos; se mostró resucitado a los apóstoles  y de nuevo con Tomás en el cenáculo; caminó con los discípulos de Emaús que le reconocieron al Partir el Pan; en otra ocasión se apareció a más de quinientos discípulos…, y no digamos de aquella hermosa aparición en la madrugada, en la playa, en la que Jesús les había preparado el almuerzo.

¡Qué hermoso sería que en este tiempo hiciéramos un itinerario pascual recorriendo, paso a paso, las manifestaciones del resucitado!

¡Qué hermoso camino lleno de luz hace Jesús para llevarnos, con suavidad, a la plenitud del ser humano!

Que vivamos hoy y siempre la alegría pascual. Un camino, que en definitiva nos lleva a Dios Padre.

Por José Luis Socías Bruguera