A los niños les gusta jugar con los puzzles. Son muy sencillos los típicos rompecabezas para las primeras edades de los niños: unos cubos con diferentes figuras y colores que ayudan a los pequeños a desarrollar el ingenio para colocarlos en sus seis posiciones diferentes.
Generalmente, en las tiendas especializadas venden puzzles de diferentes tamaños, hechos de piezas de cartón que tienen adheridos fragmentos de una lámina igual a la que ofrecen de ejemplo. Algunos tienen 100 fichas, 500… Y llegan a tener hasta 2500 piezas.
Existen algunos puzzles –más difíciles ellos- que no tienen láminas guía y cada uno se las ha de ingeniar para resolver tal rompecabezas.
También, nuestra vida, si nos paramos a pensar, es como un puzzle.
Si miramos atrás, toda nuestra vida anterior es como un mosaico de piezas diarias, o de momentos vividos, que han ido tejiendo el manto de nuestra vida.
Yo creo que en cielo, al final de nuestra vida, veremos la figura completa que hemos ido realizando en nuestro existir, y la podremos comparar con la lámina guía que Dios deseaba para cada uno de nosotros.
Quizá por esto mismo, es bueno que sepamos pararnos a diario y contemplar el puzzle que hasta ahora hemos construido: recordar y observar las decisiones que hemos ido tomando en nuestra vida, las gentes con las que nos hemos relacionado, las actividades que hemos desarrollado…, incluso los buenos deseos que no hemos llegado a realizar… Seguro que encontraremos trocitos de mosaico que aún faltan –de gozo, de cruz, de entrega, de generosidad-, para la composición total. ¡Qué sorpresa nos llevaremos! ¡Qué dudas con una pieza en la mano! ¿Dónde encajarla?
Estoy seguro, que todo esto nos ayudará a ver qué se nos ofrece en la continuación del rompecabezas de nuestra vida. Qué actitudes tenemos para seguir trabajando. Qué cosas, sin demasiado esfuerzo, podemos corregir para mejorar…
Será hermoso que la lámina del puzzle que hemos realizado en nuestra vida sea muy parecida a la que Dios deseaba para nosotros desde el inicio.
Ojalá sepamos unir nuestra libertad de ir colocando las piezas en el puzzle diario de nuestras vidas, al deseo que Dios tiene para cada uno de nosotros en esta lámina, que sin duda es la mejor posible para nuestra vida.
Por Josep Lluís Socías Bruguera
Voz: Esther Romero
Música: Manuel Soler, con arreglo e interpretación de Josué Morales
Produción: Hoja de nuestra Señora de la Claraesperanza
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