(Lucas 2, 25-32)
Había en América Latina un hombre llamado Simeón, que era bueno y piadoso. Su fe le había enseñado a soportar las calamidades de la vida sin desesperarse y el Espíritu Santo estaba en él y le daba paz en su corazón y le hacía sonreír aún en los momentos más duros y difíciles y no perder la esperanza en medio de su lucha.
Él esperaba los tiempos en que Dios atendiera a su pueblo y los males que lo aquejaban: el hambre y el alto costo de la vida, las injusticias, el abuso de los poderosos, la corrupción administrativa y la dependencia extranjera. Y sabía, por una revelación del Espíritu Santo, que no podía morir este país antes de haber visto a los hombres nuevos que el Señor enviaría para realizar la liberación de esos males, la liberación que Él había prometido que no faltaría a su pueblo.
Vino, pues, al templo, inspirado por el Espíritu Santo, a la Misa del Gallo, para cumplir la costumbre de la Iglesia de celebrar el Nacimiento del Divino Jesús al filo de la medianoche. Simeón lo tomó en sus brazos y lo recibió hecho Pan en la comunión y se dirigió a Dios con estas palabras:
Señor,
ahora, ya puedes dejar
que tu servidor
muera en paz porque mis ojos han visto
a tu Salvador,
a Cristo Jesús.
Porque mis ojos han visto en Él
a los hombres nuevos,
los que eligen ser pobres de espíritu,
los limpios de corazón,
los que trabajan por la paz,
los que tienen hambre y sed
de justicia,
a los que vas preparando
para presentarlos a todas las ciudades
de nuestro país:
Luz
para cambiar las conciencias
y concientizar a todas las gentes,
para conducirlas por la salvación
que tú buscas,
salvación de verdad y de vida,
de santidad y de gracia,
de justicia, de amor y de paz,
para anunciar a pobres y ricos
al fin de sus males.
Y sean,
junto a Cristo Jesús,
co-salvadores con Él
y gloria y orgullo
del Pueblo de Dios.
Por Monseñor Ramón de la Rosa y Carpio
Quién liberará este pueblo. Editora Montalvo: Santo Domingo, 2011. P. 73.
Voz: Ester Romero
Música: Manuel Soler, con arreglos e interpretación de Josué Morales
Producción: Hoja Nuestra Señora de la Claraesperanza
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