En el evangelio de Mateo encontramos a Jesús comparando el Reino del cielo con un tesoro escondido en un campo o con una perla fina muy valiosa. En ambas parábolas hay una persona que descubre o encuentra el valor de algo y no duda en vender todo lo que tiene para comprarlo.

Estas explicaciones en aparente clave mercantil no quieren expresar que se tenga que comercializar con el Reino del cielo. Jesús, más bien, nos invita a desposeernos de aquello que nos aleja del Reino para acceder a lo que en realidad tiene valor.

Pero, ¿quién es capaz hoy en día de renunciar a sus posesiones, a sus seguridades y comodidades? Aquellas personas que están buscando, que viven en la búsqueda del sentido de la Vida. También aquellas personas que, sin esperarlo, descubren algo valioso y tienen el espíritu de desprenderse de las frivolidades para ir a fondo.

Recordemos que para Jesús venderlo todo también equivale a repartir aquello que tenemos entre las personas que no tienen nada. La consecuencia última de estas parábolas podría ser: que para vivir el Reino del cielo, hay que compartir todo aquello que somos y que tenemos.

El Reino del cielo se nos puede aparecer “escondido” en una persona, en una convivencia de grupo, en un apostolado o voluntariado… ¡Ojalá sepamos “vender” el egoísmo para poder “comprar” el proísmo que nos hace amar como ama Dios!

Texto: Javier Bustamante

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