En el evangelio de Mateo hay aquel pasaje en que Jesús se dirige a los sacerdotes y notables con una parábola que habla de unos viñadores. Esta parábola cuenta que el amo de una viña marcha lejos pero la deja arrendada a unos viñadores. Cuando es el momento de ir a cobrar, manda a un empleado para que lo haga. Los viñadores lo maltratan y lo echan. Después manda a un segundo empleado, al cual matan. Entonces el amo decide enviar a su hijo, pensando que lo respetarían. A él también lo matan con la intención de quedarse con la viña.

(Esta parábola nos proyecta a los acontecimientos del Viernes Santo, donde el Hijo de Dios muere a manos de aquellos a los que había sido enviados.)

Jesús se vale de esta parábola para dirigirles a las autoridades judías las siguientes palabras: “el Reino de Dios os será quitado y se le dará a un pueblo que lo haga fructificar”.

Y, ciertamente, este pueblo es el pueblo de Dios: integrado por toda persona, sin importar su procedencia, que se considere hija o hijo de Dios y hermana del resto de la Creación. Es un pueblo que no excluye y que es capaz de producir amor, este es el fruto del cual nos habla Jesús.

A continuación de explicar la parábola, Jesús también dice a sus interlocutores que “la piedra que han rechazado los constructores es la piedra principal del edificio”. Jesús lo dice anticipando su muerte, pero podemos deducir que también son piedras rechazadas aquellas personas que la sociedad no valora y que, a ojos de Dios, son las principales. Ellas, pequeñas y aparentemente insignificantes, unidas forman un cuerpo compacto. El cuerpo de Dios.

Todo esto nos puede llevar a preguntarnos: en el camino de conversión que es la vida del cristiano y la cristiana, ¿somos capaces de sentirnos hijas e hijos de Dios y de sentir que las otras personas también lo son? Y es que, cuando no valoro a las demás personas y seres vivos porque me gusta como son, me comporto como aquellos viñadores, ya que las mato dentro de mi corazón.

Caminemos hacia la conversión: pequeños gestos son grandes pasos.

Texto: Javier Bustamante
Producción: Hoja Nuestra Señora de la Claraesperanza
 


 

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