Por Javier Bustamante. La luz ilumina y esta acción produce sombras. Sombras interiores y sombras exteriores, con sus matices y gamas de colores. Si no nos exponemos a la luz, nuestra vida es plana, no tiene volúmenes ni tonalidades. Sin luz, no podemos percibir la profundidad de la realidad.

Tradicionalmente, el dos de febrero se celebra la Fiesta de la Candelaria, la fiesta de la Luz. Ese día se suele leer el evangelio de Lucas donde se narra la presentación de Jesús en el templo. Jesús se presenta como la luz esperada por el pueblo, una luz mesiánica. Y no es casualidad que la presencia del Espíritu Santo sea trascendental: es mencionada tres veces seguidas. La escena nos presenta a Simeón, un hombre que tenía el don del Espíritu Santo, que por una revelación del Espíritu recibe la promesa de ver al Mesías antes de morir y que es guiado al templo por el Espíritu, precisamente el día de la presentación del recién nacido Jesús.

Como Simeón, todas y todos podemos ver a Jesús de muchas maneras durante nuestra vida, ¡hace falta tener nuestro corazón abierto al Espíritu Santo! El Espíritu Santo es el espíritu de la vida, escucharlo es escucharnos a nosotros mismos, seguir nuestra vocación, hacer crecer nuestros dones, estar atentos a las personas que nos rodean y al conjunto de la Creación. Siguiendo al Espíritu Santo nos encontramos con Jesús. Con el corazón abierto se nos abren los sentidos y, entonces, lo podemos reconocer, aunque eso nos lleve a entrar en contradicción con las situaciones que van en contra de la Vida.

Cuando Simeón bendice a José, María y Jesús, les hace ver que el futuro no será fácil, ya que serán luz para la humanidad. Y no toda la humanidad está dispuesta a hacer frente a sus propias sombras y a cambiar su corazón y su obrar.

En la Anunciación, María da su sí a Dios incondicional, acogiendo el misterio de una nueva vida. Ahora, las palabras de Simeón, “este niño será motivo de que muchos caigan y muchos se levanten en Israel; será una bandera que encontrará contradicción, y a ti misma una espada te traspasará el alma…”, son motivo de un nuevo sí en la vida de María. Un sí a las consecuencias que se deriven de vivir con coherencia en el camino que lleva a Dios.

Todas y todos estamos invitados a recibir la luz de Cristo, claro es que aceptando nuestras sombras. ¡Cada quien somos libres de decir sí a esta invitación!

Texto: Javier Bustamante
Producción: Hoja Nuestra Señora de la Claraesperanza

 


 

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