Por Javier Bustamante. Detrás de las curaciones que efectúa Jesús, siempre hay la propuesta de cambio. El evangelio de Juan, en su capítulo 5, nos cuenta de una persona que estaba cerca de una piscina cuyas aguas curaban, pero que nunca llegaba a tiempo para entrar en ella y quedar restablecido de una larga enfermedad. Cuando Jesús le pregunta a aquel hombre probablemente con una enfermedad crónica (38 años nos dice el texto) si quería curarse, quizás le estaba proponiendo que cambiara de actitud ante su proceso de enfermedad, ante sí mismo. Esta persona expone como causa de su estado el hecho de que nadie le ayudaba a ir a la piscina para que se curase. Jesús le ayuda a sacar fuerzas de sí mismo, es decir le propone ser activo y no pasivo ante aquello que le hace estar mal. No esperar que la solución venga de fuera, sino de dentro.

Y la transformación se da. Toma su litera y se recupera de su proceso de enfermedad. ¡Qué cambio tan grande después de tantos años de postración! Y, además, en sábado, cuando estaba proscrita la actividad. Cuando era menos probable una esperanza de curación, de cambio.

Cuando más tarde, la persona se entera que es Jesús quien le había acompañado a superar su proceso de enfermedad, lo explica a los judíos, a las autoridades morales de la época. Esta fue una de tantas excusas que buscaban para oponerse a las enseñanzas y a la actividad de Jesús. No tanto por haber hecho un bien, sino por haber “transgredido una ley”, ¡por haberlos puesto en cuestión!

Aquí volvemos a ver la propuesta de cambio de Jesús: la persona ha de estar en el centro de nuestra atención, cuidados y gestión de la vida. No son más importantes las leyes ni los prejuicios que las personas. A saber si estas mismas leyes no habían ido enfermando a tantas personas como este hombre, con sus cargas pesadas y sus incongruencias.

En el proceso de creación de los evangelios, a menudo lo que está escrito está dirigido de manera catequética a la propia comunidad de personas donde se fue condensando y redactando. La propuesta de este pasaje no es tanto para que cambien los judíos, los de fuera de la comunidad, sino para que los mismos seguidores y seguidoras de Jesús vayan incorporando las propuestas del Reino de Dios. Los discípulos habían de ser los primeros en adoptar una posición activa ante sus procesos de sanación –personal y comunitaria– y no interponer leyes ni esperar que viniera de fuera la solución cuando “enfermaban”.

Dios actúa desde dentro si lo escuchamos y lo dejamos actuar.

Texto: Javier Bustamante
Producción: Hoja Nuestra Señora de la Claraesperanza

 


 

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