Jn 21, 4-12

Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús. Jesús les dice: «Muchachos, ¿tenéis pescado?». Ellos contestaron: «No». Él les dice: «Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis». La echaron, y no podían sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo a quien Jesús amaba le dice a Pedro: «Es el Señor». Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaban de tierra más que unos doscientos codos, remolcando la red con los peces. Al saltar a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan. Jesús les dice: «Traed de los peces que acabáis de coger». Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red. Jesús les dice: «Vamos, almorzad».

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Comentario

Jesús Resucitado está en la orilla de un lago. Parece ser que ha buscado leña para hacer fuego…
Sobre las brasas ha preparado pescado y pan, y ahora espera a que lleguen sus amigos para compartir este “banquete” tan simple.

Los amigos de Jesús están trabajando, pescando, y un poco desesperados porque no les está saliendo muy bien; las redes están vacías. Desde la orilla Jesús les echa una mano, para que su trabajo sea fructuoso, y para que acaben pronto… Solo tiene un deseo: almorzar juntos.

Qué importante es comer con los amigos. Basta que uno tome tiempo para preparar. No hace falta mucho protocolo, sino solo una comida simple… Incluso vale la pena, cuando se puede, estar en el campo o en un bosque, al lado de un lago o un río, en la montaña o en la playa, estar cerca de la naturaleza.
Estar resucitado significa también tener tiempo para comer con los amigos y disfrutar de la creación que es nuestra casa común.

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Introducción

En Cuaresma, muchos cristianos rezan el Via Crucis. Pero no todo termina en la cruz…
Les invitamos a seguir meditando: a ponerse en camino para un Via Lucis. Se trata de meditar sobre los encuentros con Jesús Resucitado.
La meditación que les ofrecemos se hace desde una perspectiva muy particular, poco habitual pero de gran valor pastoral. Un sacerdote español, el doctor Alfredo Rubio, propuso que nos pusiéramos “en la piel de Jesús Resucitado”. El bautismo nos hace morir y resucitar con Cristo, por lo tanto, vivir resucitados debería de ser algo habitual en todo cristiano. Poniéndonos en el lugar del Resucitado, tendremos indicios de un estilo de ser cristiano, muy novedoso.
Meditaremos con fotografías de mosaicos que el padre Marko Rupnik realizó para la Iglesia en Ginebra. Están puestos en el exterior de distintas iglesias y edificios, siguiendo la indicación del Papa de ser “Iglesia en salida”. Se espera que la belleza de los mosaicos de este Camino de Alegría (Chemin de Joie) interpele a los transeúntes (peatones) y a las personas que los contemplen virtualmente.

 


 

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