Les propongo un ejercicio para el Adviento. El fundamento, lo encontrarán en los evangelios, ¡ni más ni menos! Lo dice San Juan: el que era la Palabra se hizo hombre y habitó entre nosotros.
La propuesta que les hago es que elijan una palabra para engendrarla y hacerla crecer durante este tiempo litúrgico. No lo hagan precipitadamente. Ha de ser una palabra que les interpele, o les inquiete, o les atraiga, o les seduzca… Una palabra cuyo sentido sea, ¿cómo decirlo…? Opaco o incompleto, quizás. Lo que quiero decir es que conviene que se trate de una palabra que de alguna manera ya les sea significativa, pero a la que hay que darle unas vueltas para que acabe de encajarse en este preciso momento de su vida.
También puede ser alguna cosa que hasta ahora no habían sentido que tuviera que ver con vosotros y que, de pronto, parece que quiere hacerse un lugar dentro suyo. Una palabra que deseen que se vuelva plenamente luminosa. De hecho, también lo encontrarán en el prólogo de San Juan: en esta Palabra, estaba la vida y la vida era la luz de los hombres. Así que busquen una palabra que intuyan luminosa y trabájenla durante el Adviento para que realmente sea luz.
Puede ser una palabra en clave de conversión: perdón, por ejemplo. O bien generosidad, amor, humildad, olvido de sí…
También puede ser una palabra en clave de vida: ¿qué les parece esperanza? O confianza, o amistad, o sabiduría, o alegría, o solidaridad, incluso podría ser oración.
Y aún puede ser una palabra en clave de reto: madurez, justicia, creatividad, libertad…
La palabra también puede ser un nombre propio. El de alguien que nos duela que sea distante, el de alguien que sufre y deseamos que renazca a la paz y la alegría, el de alguien a quien deseamos entender y amar mejor, el de alguien que… Quizás cualquier nombre, incluso podría ser el nombre de Jesús.
Piensen, piensen… Piensen y escojan dentro suyo: hay muchísimas posibilidades. Y son personales e intransferibles.
Llegado el momento, “su” palabra nacerá, y esto significa que se habrá ido haciendo ser, que se habrá ido encarnando en su persona. Tomará cuerpo porque la asumirán en su vida con naturalidad, con fluidez.
¡Ah!, y no se engañen: si han hecho bien el ejercicio, mas que elegir la palabra a base de reflexión, lo habrán hecho desde la escucha y habrán sentido el eco de una palabra que no han engendrado vosotros, sino que Dios mismo ha incubado en su seno, como le pasó a María.
Por Natàlia Plá Vidal
Voz: Santos Batzín
Música: Manuel Soler, con arreglos e interpretación de Josué Morales
Producción: Hoja Nuestra Señora de la Claraesperanza
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