¡Buenos días mi hermosa libertad!
De pronto el alba ya me ha despertado
y un saludo muy rápido te he dado.
¡Eres tesoro de mi mismidad!
¿En qué yo invertiré tanta beldad?
¿Qué cosa será digna de este alado
libre albedrío con que me he hallado?
¡Sólo el amor, es digno, en mi verdad!
¿Por dónde andar seguro hacia el amor?
¡Engendrado camino yo hacia él;
ser sabio atinando en derredor!
¡Buen día libertad, sabiduría
que con vosotros llegaré al dintel
de ese Bien que deseo cada día!
Por Alfredo Rubio de Castarlenas
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