El profeta Elías

Elías está considerado como uno de los más grandes profetas. Sin embargo, pocas páginas están dedicadas a su vida en la Biblia. Aparece, de repente, en el libro de los Reyes… No se explica nada de su vocación o de su unción. Es un hombre que habla en nombre de Dios, con fuerza y convicción y que lucha contra los falsos dioses: los ídolos que Jezabel (mujer de origen no israelita, esposa del rey Ajab) ha introducido en el Reino del norte. Es impresionante todo lo que Elías pone en obra en el Monte Carmelo para combatir las falsas creencias y con qué determinación acaba con los sacerdotes de Baal. Vale la pena releer este pasaje bíblico (I Reyes, 18).

Estudiando este texto, me surgió una gran pregunta: lo que Elías hace allí, ¿corresponde a lo que Dios le ha pedido? Se puede constatar fácilmente que no es así. La petición de Dios está explícita en el versículo 1: Pasado mucho tiempo, fue dirigida la palabra de Yahveh a Elías, al tercer año, diciendo: «Vete a presentarte a Ajab, pues voy a hacer llover sobre la superficie de la tierra.» (El país sufre un largo período de sequía).Sin embargo, el profeta no va simplemente a anunciar esta buena noticia al rey; aprovecha esta información para mostrar, a su manera, la fuerza y el poder del Dios de Israel.

Hoy, conociendo las enseñanzas de Jesús, podemos dudar que el Dios de Israel pidiera la muerte de los sacerdotes de Baal y que quisiera mostrarse a su pueblo como un Dios de la lluvia y de los truenos… Todo parece indicar que se trata quizás de un añadido de Elías.

Este texto de la Sagrada Escritura sirve para hacer una revisión de nuestras vidas: lo que estamos haciendo, por ejemplo en la parroquia o en nuestras familias, ¿es lo que Dios nos pide? El mundo que estamos construyendo, ¿corresponde al Reino que Dios sueña para nosotros? Seguramente podremos detectar también algún desfase.  Vale la pena, pues, estar muy atentos para descubrir la voluntad de Dios y ajustarse mejor a ella. Pero, ¿cómo hacerlo? ¿Cómo descubrir lo que Dios nos pide?

Un amigo sacerdote decía: «Hay que acurrucarse ante el Misterio… Dios se quiere revelar y si nos ponemos «cerca», algo sentiremos…».  Nos proponía dedicar largos tiempos a estar solos, en silencio, para permanecer a la escucha de Dios, y estar disponibles a que algo de su Misterio penetre en nuestras vidas.  Y más aún, nos decía que Dios era muy discreto, nada intervencionista. Que vale la pena seguir el ejemplo de María, que, sin entender mucho de lo que Dios le está pidiendo, le da un «Sí» de entrada: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. (Lucas 1, 38).

Lo que dice este sacerdote se parece a lo que Elías descubre en el monte Horeb, en su gruta, solo y en silencio: Dios no está en el huracán, ni en el temblor o en el fuego… El Dios de Israel está en el susurro de una brisa suave (I Reyes 19, 12). ¡Hay que estar solo y en silencio para escucharle! Cuando damos un «Sí» sincero a Dios, como María, y nos acurrucamos en silencio ante su Misterio, como Elías, podremos tener clara-esperanza de que Dios se revelará y hará maravillas en nosotros.

Por Pauline Lodder