En los últimos tiempos se ha escrito mucho sobre María Magdalena. Es un personaje evangélico que ha dado pie a múltiples interpretaciones, a veces serias y profundas, aunque, muy frecuentemente, también ha sido objeto de distorsiones aprovechadas de forma novelesca y superficial. Podría decirse que se ha hecho de ella mito y leyenda, sin que pareciera importar hallar su verdadera identidad. Por todo lo cual es preciso recuperarla, limpiarla de tantos equívocos y sacar a la luz su verdadera identidad. María Magdalena es un personaje al que hay que rescatar pues, desde muy antiguo, desde épocas muy lejanas, ha estado sometida a prejuicios y equívocos que han desfigurado su identidad más evidente, si se tienen en cuenta los evangelios canónicos. Se ha desfigurado su verdadera personalidad, llenándola de aspectos equívocos y legendarios que la han desfigurado, ocultando su auténtica belleza y su grandeza. Y ni tan solo hay que referirse al pasado para constatar ese equívoco interés que se ha tenido y se tiene por ofuscar su figura. Hay, ahora, una recuperación morbosa de esta mujer que, si bien invita a una nueva reflexión profunda, causa más mal que bien porque es presentada en el marco de una ambigüedad y superficialidad que vuelve a colocarla, como antaño, completamente fuera de su auténtica grandeza.

María Magdalena es un personaje del cual sabemos históricamente muy poco. Los evangelios canónicos nos ofrecen una historia breve y concisa de esta mujer elegida para ser el primer ser humano en ver, oír y tocar a Jesús resucitado. María Magdalena es un personaje enigmático pero existente. Sabemos muy poco sobre su vida, pero es presentada en el evangelio de Juan con una luminosidad y una singularidad totalmente única, que nos la muestra como alguien potencialmente capaz de abrir nuevos caminos de expresión a esa Palabra de Dios, que se revela y se va revelando, inagotablemente, con imparable fuerza, desde el principio de la historia hasta el final de los tiempos. María Magdalena constituye una herencia para la Iglesia y ofrece cuestiones que la teología todavía ni ha abierto La misteriosa elección de la que fue objeto, contiene unas dimensiones teológicas que aún no han visto la luz.

Ella es “lugar teológico” del que hay que sacar abundante vida nueva para la Iglesia actual y para la del futuro. Su presencia biográfica, aunque escasa, es lo suficientemente significativa e importante como para ser la fuente de gran fecundidad creativa. Hay que constatar que es una de las pocas figuras femeninas de las que hacen referencia los cuatro evangelistas, con suficiente relevancia para poder crear teología a partir de su figura y de su significado espiritual y proceso vital. La inesperada elección de la que fue objeto y la diafanidad de la misión recibida por parte de Jesús resucitado, la hacen un personaje único y de incalculable valor teológico. Ese encuentro, tan bellamente narrado por el evangelista Juan, traspasa los límites de tiempo y espacio y se nos continúa ofreciendo ahora como Palabra de Dios a la que hay que prestar la mayor atención. El texto en el que queda narrado ese encuentro destaca de forma deslumbrante la importancia de esta mujer para la fe cristiana, debido a la singularidad de su implicación en el misterio de la salvación, a la que el mismo Jesús resucitado la asoció en el momento de la Pascua.

En el momento actual se ve urgente rescatar las presencias femeninas que contienen las Escrituras, para poder recuperar en fidelidad la auténtica novedad del mensaje de Jesús. La cristofanía que encontramos en el evangelio de Juan es de tal envergadura teológica y espiritual, que ello solo bastaría para elaborar todo un tratado teológico del estatuto de la mujer en la Iglesia. En este texto es posible descubrir una Palabra de Dios dirigida a su Iglesia que aún no ha sido estudiada ni hecha realidad. La figura de María Magdalena es ahora un paradigma radicalmente luminoso para abrir caminos necesarios. Ella es lugar teológico de nueva revelación, es maestra espiritual, modelo a seguir y es inspiración de existencia cristiana, en el seguimiento de Cristo y en la nueva evangelización.

 

Autor: Manuela Pedra

Voz: Claudia Soberón

Música: Manuel Soler, con arreglos e interpretación de Josué Morales

Producción: Hoja Nuestra Señora de la Claraesperanza

 
Audio: María Magdalena, nuevo paradigma para la fe cristiana