La fe no necesita ver para creer. Simplemente, cree. Es un don, es gratuidad. De la fe nacen los milagros. Pero no se cree para que sucedan milagros, la fe no es interesada.

La fe reconoce en todo lo existente la presencia de Dios Amigo. Y, el principal milagro, es descubrir en uno mismo la vocación de amar.