Sin duda la muerte de Jesús en cruz causó una profunda crisis en las vidas de sus discípulos. ¿Qué podrían esperar después de este hecho tan violento? ¿Qué vida llevar, después, en este ambiente hostil, de persecución, amenazados de prisión o muerte, por ser discípulos del Nazareno?
En el libro de los Hechos de los Apóstoles podemos leer qué pasó después de la muerte de Jesús. Hay una primera etapa en la cual Jesús apareció durante cuarenta días a sus discípulos y les habló del Reino de Dios. Los textos de los Evangelios que narran estas apariciones pueden ser interpretados y estudiados de muchas maneras: desde el punto de vista histórico, exegético, arqueológico, teológico…
Hoy, en tiempo de pandemia del COVID-19, propongo leerlos como historias clínicas de personas que han vivido un traumatismo o una crisis existencial… La historia de María Magdalena que llora el pasado; de los discípulos de Emaús que sienten confusión y dolor; de Tomás que está lleno de dudas; de Pedro que seguramente tenía remordimientos; de muchos hombres y mujeres que tienen miedo…
Es impresionante cómo Jesús Resucitado transforma de nuevo sus vidas. María Magdalena deja de mirar hacia atrás y se convierte en apóstola de los apóstoles. El estado de lentitud y tristeza de los discípulos de Emaús se transforma en diligencia y entusiasmo. Las dudas de Tomas son mutadas en confianza. Pedro supera los remordimientos y es confirmado en su misión. Los que tienen miedo reciben paz.
Es curioso que, durante los 40 días, Jesús Resucitado no parece comentar las causas de su muerte o los comportamientos de unos y de otros durante su pasión. No pierde tiempo con el pasado. Se ocupa de resucitar a las personas abatidas por los hechos y de hablarles del proyecto de Dios para nuestro mundo llamado “Reino de Dios”.
Pocos días después de esta cuarentena con el Resucitado y con la fuerza que han recibido, los discípulos empiezan a salir por los caminos, a hablar del proyecto de Dios y a curar enfermos.
Me pregunto, ¿qué podemos aprender de todo esto? Siento que a veces necesitamos estar en cuarentena con Jesús Resucitado: ponernos en sus manos para que nos resucite después de un profundo sufrimiento y experiencia de muerte. Pero se trata de un tiempo limitado, del cual salimos revestidos de un ministerio, encargados de una misión: ser persona resucitada. Nos toca aparecer en las vidas de personas abatidas, ayudarles, cuidarles, curar enfermedades existenciales, hablar del proyecto de Dios y trabajar en ello. Me parece que esto es la clara esperanza que Jesús Resucitado tiene en todos nosotros.
Texto: Pauline Lodder
Producción: Hoja Nuestra Señora de la Claraesperanza
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