Uno de los legados de Juan Pablo II fue mostrarnos que, visto desde Dios, el ser humano «es bueno», que la vida es un regalo extraordinario y que estamos llamados, nosotros también, a ser santos y santas allá donde nos encontremos.
Uno de los legados de Juan Pablo II fue mostrarnos que, visto desde Dios, el ser humano «es bueno», que la vida es un regalo extraordinario y que estamos llamados, nosotros también, a ser santos y santas allá donde nos encontremos.
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