El día 28 de junio se inauguró el año de San Pablo, el Apóstol de los Gentiles o de las naciones. Fácilmente nos encomendamos a él para llevar la Buena Nueva de Jesús Resucitado a los confines del mundo ya todos los hombres. Así también le pedimos ayuda para la nueva evangelización del viejo continente, donde la fe cristiana parece cada vez más templada… Pablo es conocido como un experto de la inculturalización.

Hoy quiero encomendar otra cosa a este hebreo nacido en Cilicia. No fue un hombre solitario, que buscó su propia perfección o su propia santificación. Tampoco buscó simplemente aumentar el número de cristianos. Fue fundador de comunidades. Todas sus cartas se dirigen a ellas (salvo la carta a Filemón,).  Funda comunidades y se ocupa y se preocupa de ellas. Por sus escritos conocemos el inmenso amor que tiene por cada una de estas comunidades nacientes.

Pablo sabe escuchar los problemas que surgen en el interior de las comunidades, y muchos de ellos son de tipo relacional. El apóstol intenta proponer soluciones válidas para su tiempo.

Les invito a leer las cartas de San Pablo con esta clave: analizar cuál es el problema relacional que se expone y cuál es la solución que Pablo propone. Habrá que estudiar el contexto para entender la problemática y la novedad de la solución. Y ver cuáles son las similitudes con nuestro mundo actual.

Creo que nos quedaremos sorprendidos. Pablo puede darnos múltiples pistas para nuestra vida comunitaria; en familia, en la sociedad o en la Iglesia. El estudio de las cartas de San Pablo puede presentar una esperanza de comunión para nuestra sociedad fraccionada.

Saulo de Tarso cayó  al suelo en el camino a Damasco y perdió la vista Cuando la recupera, tiene otra visión de Dios y también otra visión de la Humanidad. Mira la misma realidad con ojos diferentes: con ojos de fraternidad y de comunión posible.

Quisiera pedir a Pablo, en este año que le dedicamos, que nos ayude a aprender a vivir juntos.

Por Pauline Lodder