Esperar es elegir. Clara de Asís
Audiencia jubilar a los misioneros, Papa León XIV
4 de octubre 2025
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días y bienvenidos a todos!
En el texto bíblico que acabamos de leer (Lucas 16,13-14), el evangelista señala que algunos, tras escuchar a Jesús, se burlaron de él. Su discurso sobre la pobreza les pareció absurdo. Más precisamente, se sintieron conmovidos por su apego al dinero.
Queridos amigos, han venido como peregrinos de la esperanza, y el Jubileo es un tiempo de esperanza concreta, en el que nuestros corazones pueden encontrar perdón y misericordia, para que todo pueda comenzar de nuevo. El Jubileo también abre la puerta a la esperanza de una distribución diferente de la riqueza, a la posibilidad de que la tierra sea de todos, porque en realidad no es así. Este año debemos elegir a quién serviremos: a la justicia o a la injusticia, a Dios o al dinero.
Esperar es elegir. Esto significa al menos dos cosas. La más obvia es que el mundo cambia si nosotros cambiamos. Por eso se hace una peregrinación: es una elección. Cruzamos la Puerta Santa para entrar en una nueva era. El segundo significado es más profundo y sutil: esperar es elegir, porque quien no elige, desespera. Una de las consecuencias más comunes de la tristeza espiritual, es decir, la acedia, es no elegir nada. Quienes la experimentan se ven atrapados por una pereza interior peor que la muerte. Sin embargo, esperar es elegir.
Hoy quisiera recordar a una mujer que, con la gracia de Dios, supo elegir. Una joven valiente y poco convencional: Clara de Asís. Y me alegra hablar de ella en la festividad de San Francisco. Sabemos que Francisco, al elegir la pobreza evangélica, tuvo que romper con su propia familia. Pero era hombre: hubo escándalo, pero fue leve. La elección de Clara fue aún más impresionante: una joven que quería ser como Francisco, que quería vivir, como mujer, libre como aquellos hermanos.
Chiara comprendió lo que exige el Evangelio. Pero incluso en una ciudad que se considera cristiana, que el Evangelio se tome en serio puede parecer una revolución. Entonces, como hoy, ¡debemos elegir! Chiara eligió, y esto nos da una gran esperanza. Vemos dos consecuencias de su valentía al seguir ese deseo: la primera es que muchas otras jóvenes de la zona encontraron la misma valentía y eligieron la pobreza de Jesús, la vida de las Bienaventuranzas; la segunda consecuencia es que esa elección no fue efímera, sino que perdura en el tiempo, hasta llegar a nosotras. La elección de Chiara ha inspirado decisiones vocacionales en todo el mundo y continúa haciéndolo hoy.
Jesús dice: No se puede servir a dos señores. Por eso, la Iglesia es joven y atrae a los jóvenes. Clara de Asís nos recuerda que el Evangelio atrae a los jóvenes. Sigue siendo cierto: a los jóvenes les gusta la gente que eligen y asumen las consecuencias de sus decisiones. Y esto impulsa a otros a elegir. Es una santa imitación: no nos convertimos en «fotocopias», sino que cada persona, al elegir el Evangelio, se elige a sí misma. Se pierde y se encuentra. La experiencia demuestra que así es.
Oremos por los jóvenes; y oremos para ser una Iglesia que no sirva al dinero ni a sí misma, sino al Reino de Dios y su justicia. Una Iglesia que, como Santa Clara de Asís, tenga la valentía de habitar la ciudad de otra manera. ¡Esto nos da esperanza!
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